RestauraciónMuestra

DÍA 3. Alma mía, alaba al Señor

Cuando estamos experimentando tiempo de restauración. Sea la manera en la que lo estés experimentando no nos olvidemos de ser constantes y agradecidos. Es más fácil decirlo que ponerlo en práctica, pero hacerlo, trae beneficios. La constancia en la relación con Dios, nos ayuda a que sin importar los sentimientos humanos, no abandonemos la vida de oración y la constante alabanza al Señor a pesar de nosotros mismos y a pesar de las circunstancias.

Sin importar si el tiempo de restauración ha implicado retos o gozo, ser agradecidos es esencial, nos aleja de la queja; la queja abruma, desgasta y puede ser peligrosa, porque una dosis alta de queja podría llevarnos a levantar el puño contra Dios.

En éxodo, el pueblo de Dios se quejaba, argumentaban que en Egipto comían carne y en el desierto solo maná. Pero se olvidaron que aunque en Egipto comían carne, eran esclavos.

Dios quiere liberarnos y darnos un nuevo comienzo, fuera del yugo de la esclavitud, fuera del yugo de la queja, fuera del pecado y las trampas de este siglo. Quiere comenzar y perfeccionar una obra en nosotros.

Por eso, aún estando en el desierto si Dios está con nosotros, resulta un paraíso y el maná de Dios resulta el mejor de los manjares.

Ya sea en medio de lágrimas o en el gozo…¡ALMA MÍA, ALABA AL SEÑOR!

A continuación en el Salmo 103, leerás este texto de alabanza escrito por David, un hombre procesado por Dios, en el palacio y en la cueva; él, ha sido un ejemplo de constancia, gratitud y un testimonio de la fideldad de DIOS al restaurar su alma. Te invito a leerlo como una oración.