[Epístola de Filemón] Recompensas de fe y amorMuestra

Comunidad

Los seres humanos somos criaturas sociales; esto significa que estamos creados para vivir en sociedad. Si buscamos la palabra «comunidad» en el diccionario, encontraremos que se define como «un grupo social de cualquier tamaño cuyos miembros residen en una localidad específica, comparten el gobierno y, a menudo, tienen una herencia cultural e historia común». Esto indica que la comunidad es un aspecto inherente a nuestra naturaleza.

¿Qué queremos decir cuando decimos que la «comunidad» es una recompensa de la fe y del amor?

En los versículos finales de la carta de Pablo a Filemón, encontramos varios nombres: Epafras, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas. Cada uno de estos nombres representa la historia de una vida transformada y un papel dentro de la iglesia floreciente, nacido de la fe en Jesucristo:

• Epafras, tal vez encarcelado junto a Pablo por predicar a Cristo;

• Marcos, también conocido como Juan Marcos, quien se reconcilió con Pablo, y ahora estaba activo en la obra del ministerio.

• Aristarco, quien acompañó a Pablo en sus viajes.

• Demas, quien más tarde abandonó a Pablo y,

• Lucas, el historiador, quien estaba registrando las obras de Pablo y sus compañeros creyentes en ese tiempo.

Aunque todos venían de diferentes lugares, su creencia compartida en Cristo los unió. Su fe sirvió como el cimiento que sentó las bases para una comunidad comprometida con la labor cristiana.

Los creyentes de todo el mundo, independientemente de sus orígenes o antecedentes, encuentran la unidad a través de la fe en Jesucristo. Él nos permite ser parte de una comunidad donde se encuentran gozo, paz y consuelo.

Cada persona sirve como un enlace que conecta con otras que, a su vez, extienden puentes de conexión con aún más individuos, formando una red que se desarrolla por todo el mundo. Entablar una conversación espiritual con otros creyentes, incluso sin un conocimiento previo, enciende una conexión que permite el intercambio del amor de Cristo. Somos el cuerpo de Cristo, la iglesia, parte de esta comunidad a través de la gracia de Jesús.

Cualquier asamblea de creyentes que se adhiera al mandamiento de Jesús de amarse unos a otros, permitiendo que el Espíritu los moldee, inevitablemente dará frutos de amor y gozo. Jesús compartió: de esto se trata la comunidad cristiana.

Señor, dame el poder de demostrar obedientemente tu amor a los demás. Permíteme verme a mí mismo como una parte esencial de la vasta comunidad que es tu iglesia. No permitas que ame al mundo, sino más bien que ame tu obra y a tu pueblo.

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