[Epístola de Filemón] Recompensas de fe y amorMuestra

Semejanza a Cristo

En la obra de teatro Los Miserables, el personaje principal, Jean Valjean, es encarcelado por robar pan para intentar alimentar a su familia. Tras su liberación, se encuentra una vez más en la indigencia y es acogido por un sacerdote. Valjean roba objetos de plata del sacerdote y es detenido por la policía. Luego es llevado de vuelta para enfrentar al sacerdote quien, en un increíble acto de misericordia, paga la deuda de Valjean y le permite quedarse con la plata. Esto transforma profundamente a Valjean, impulsándolo a extender el amor y el perdón a los demás.

En los versículos finales de la carta de Pablo a Filemón, Pablo habla de tomar riesgos con fe y amor. Esto implica poner nuestra confianza en Dios y atrevernos a amar a los que nos rodean tanto con palabras como con acciones.

Una de las recompensas que se derivan del amor y el perdón es el surgimiento de la semejanza a Cristo en nuestro interior.

Pablo insta a Filemón a cargar, a su propia cuenta, cualquier mal y deuda incurrida por Onésimo durante su servicio. Este concepto se conoce como «imputación», que refleja lo que Cristo hizo por ti y por mí. No solo nuestros pecados fueron imputados a Él, sino que Él se convirtió en pecado por nosotros, y más tarde, Él nos otorgó su justicia por imputación. La obra de Cristo hizo que Dios el Padre vea a su Hijo cuando nos mira.

De esta manera, Pablo presenta un ejemplo. Está modelando la semejanza a Cristo al pedir que se pague la deuda de Onésimo, lo que le permite a Filemón declarar que todo ha quedado saldado. Pablo le implora a Filemón que perdone cualquier transgresión que Onésimo haya cometido y que lo reintegre a la familia como si fuera el mismo Pablo. ¡Esta es la gracia en su forma más abundante! Pablo no ve el perdón como un grillete obligatorio, sino como una oportunidad para moldearse a la semejanza de Cristo.

Jesús murió para recibir nuestro castigo con el fin de que su justicia venga sobre nosotros y nos convierta en la fragancia de Cristo. ¿Dónde brilla más esta transformación? En nuestras interacciones diarias y en nuestra capacidad de perdonar cuando nos hacen daño. No existe una ilustración más fina que ésta de encarnar la mente de Cristo.

Señor, concédeme la capacidad de perdonar diariamente a aquellos que me ofenden, independientemente de la causa. Mi aspiración es llegar a ser más como Cristo cada día y, como lo hizo Pablo, mostrar tu amor y perdón a los demás.