ESCUCHAR Y OBEDECER

Tener una conversación con Dios y escucharlo hablar es uno de los aspectos más poderosos de una relación íntima con el Señor. Sin embargo, para que esta relación florezca, el escuchar debe ir seguido de la obediencia. Cuando Dios habla, nos sometemos a Su autoridad y obedecemos lo que Él nos dice que hagamos. En Jonás 1:1-3, Dios le habla a Jonás y le ordena que vaya y predique al pueblo notorio y rebelde de Nínive. Jonás inicialmente eligió seguir sus propios deseos en rebelión, en lugar de someterse en obediencia a la palabra que Dios le había hablado. Esta elección lo llevó a ser arrojado por la borda en un mar tempestuoso y, finalmente, a navegar en el vientre de un pez hasta que estuvo dispuesto a arrepentirse de su desobediencia y obedecer la palabra del Señor. Jonás clamó al Señor y recibió otra oportunidad de escuchar y obedecer, lo que resultó en la salvación de una ciudad entera. En Juan 14:21, Jesús nos dice: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. Jesús enseña aquí que la obediencia es la prueba de nuestro amor por Él y nos lleva a la intimidad con Dios. A medida que nos conectamos con Dios a través de la conversación y respondemos en obediencia, Él promete darse a conocer a nosotros y nuestra relación con Él se enriquecerá continuamente.

ORACIÓN

Dios, gracias por acercarte a mí y desear una relación conmigo. Hoy, me acerco a Ti. Perdóname por las veces que no he obedecido las instrucciones que me has dado. Enséñame a esperar en Tu presencia, escuchar Tu voz y seguir Tu palabra.

APLICACIÓN

• ¿Qué fue lo último que Dios te dijo que hicieras? ¿Le obedeciste? ¿Por qué o por qué no?
• Si no obedeciste, pide perdón. Luego, ¡vuelve y obedece al Señor! Haz lo que Él te dijo que hicieras por última vez. Si obedeciste al Señor, pídele que hable y comparta qué más quiere que hagas a continuación. ¡Él siempre está hablando!