Completo En CristoMuestra

«Pertenecemos a la familia de Dios»

Hoy tenemos la certeza que no pertenecemos a una religión, sino a la familia de Dios y que, hemos sido trasladados al reino de Dios; el reino definido como inconmovible, invencible, que no puede ser removido. Esta realidad en la que ya vivimos en nuestro espíritu, tiene que ser llevada a nuestra forma de pensar, y por consiguiente, de concluir, para así poder manifestar la realidad espiritual del poderosísimo reino de Dios, comandado ni más ni menos, que por nuestro Señor, quien ha vencido todo y nos ha hecho más que vencedores.

La mentalidad de reino, es una mentalidad de dominio y no de victimización, de triunfo y no de derrota, de certeza y no de duda, de seguridad y no de temor, de saberse amado y aceptado y no rechazado; en sí, de saberse completo en Cristo. Por eso es posible desarrollar una actitud basada en la fe del Hijo de Dios. Esta fe, es una fe consumada, que provoca actuar en base a creer que la obra de Cristo nos ha incluido en el poderoso plan, de que todo sea reunido en el Hijo, y por lo tanto, que nuestro Rey, quien nos ama incondicionalmente, muestra su amor en nuestras vidas equipándonos con todo lo necesario, para cumplir la asignación que nos encomendó antes de la fundación del mundo, dentro del propósito eterno.

Para desarrollar una mentalidad de reino, es indispensable depurar la dieta espiritual, desechar todo aquello que no corresponda a la edificación de la nueva creación. A esto, el apóstol Pedro le llama la verdad presente. Esta verdad tiene como fundamento, el conocimiento del nuevo pacto, que explica la vida del espíritu que ahora opera en nosotros.

Mi querido amigo, no confundamos las circunstancias adversas, necesariamente como designios divinos, más bien desarrollemos una mentalidad de reino, sabiendo que las circunstancias no determinan nuestra posición en Cristo, y que, toda circunstancia contraria a la voluntad de Dios para nuestra vida, puede ser revertida hasta que se manifieste todo aquello que el Rey ya ganó para compartir con su poderosa esposa la «Ekklesía».

Levántate cada día con la certeza absoluta, que vives y sirves a tu Padre celestial desde la plataforma de un reino inconmovible y por gratitud. Vive tu vida con excelencia haciendo todo para Él y a su tiempo podrás comprobar su buena, agradable y perfecta voluntad.