Padre De Gloria, Dame SabiduríaMuestra

«Riquezas de la herencia que Dios nos ha dado»

Su herencia es dada por Él, tal como su llamado, que pronunció e hizo a la vez efectivo. Pablo habla sobre gloriosas riquezas, magnitud maravillosa, de todas las bendiciones de salvación, especialmente aquellas que han de ser otorgadas en la gran consumación de todas las cosas. A estas bendiciones se llama una herencia porque son don de gracia de Dios, las cuales una vez recibidas, jamás pueden ser quitadas. Cuando la esperanza del creyente es correcta, jamás espera una herencia sólo para sí. Lo que da a la herencia un carácter tan glorioso, es justamente el hecho, que ha de ser disfrutada juntamente con «todos los que aman su venida». La riqueza plena de la herencia no está en mí solamente, sino en la totalidad del Cuerpo, que es la plenitud de Cristo quien lo llena todo en todo.

En razón a que el Padre nos dio a su Hijo Unigénito para engendrarnos como hijos primogénitos, somos coherederos de la herencia del mismo Padre, nos corresponden partes iguales, aunque tengamos funciones distintas. Sin importar la función dentro del cuerpo de Cristo, tenemos la misma posición en Cristo. La herencia de Dios en los santos, es Cristo. El Cristo que ha sido forjado en cada uno de nosotros es la herencia de Dios, pues Cristo lo es todo. Para nosotros, Cristo es nuestra esperanza, y para Dios, su herencia es Cristo en nosotros. 

La gloria de la herencia de Dios en los santos es el Cristo de gloria que está dentro de nosotros. Cuando todos seamos transformados y transfigurados, conformados a Cristo al máximo, Dios estará contento. Todos los santos amados serán su herencia, y esta herencia será Cristo mismo forjado plenamente en todos sus elegidos. Las riquezas de la gloria de Dios, son atributos de Dios, tales como luz, vida, poder, amor, justicia y santidad, expresados en diferentes grados. Puesto que la gloria es la expresión de Dios, las riquezas de su gloria son las riquezas de su expresión. 

Siendo que las riquezas de gloria de Dios son expresión de atributos divinos y virtudes divinas, entendemos que nos han sido transferidos en la naturaleza divina. Sólo hay dos clases de amor, justicia, sabiduría y paciencia: humanas y divinas. 

No es necesario desarrollar nuestras virtudes humanas, necesitamos desarrollar virtudes divinas. Cuando Dios en Cristo se forja en nosotros, el amor, humildad, paciencia, sabiduría y justicia, virtudes divinas se manifiestan en nosotros. Estas y muchas otras son las riquezas de gloria de Dios en nosotros, que nos habilita, para ser emprendedores, productivos y prósperos en todos los asuntos de la vida. Si logramos ver esto, nuestra vida cambiará.