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Padre De Gloria, Dame SabiduríaMuestra

Padre De Gloria, Dame Sabiduría

DÍA 3 DE 7

«La facultad espiritual para ver»

Aunque podamos tener el hecho y que se corra el velo, aún necesitamos ojos para ver. Tal vez tengamos el misterio de la voluntad de Dios y la revelación, pero aún necesitamos los ojos, como facultad espiritual para ver. Los ojos a los que nos referimos son, por supuesto, los ojos espirituales, los ojos del corazón. Hoy, el problema no radica en los hechos, pues éstos abundan en la Biblia. Además, la revelación, o sea, correr el velo, tampoco representa ningún problema, pues el Dios que está lleno de gracia nos abre su Palabra continuamente. 

El problema principal radica en nuestros ojos, pues tienen lentes improntados por la manera de pensar que fue adquirida en nuestra pasada manera de vivir; por lo tanto, es necesario que quitemos los velos para que podamos  renovar nuestro entendimiento y ver claramente lo que Dios nos muestra sin ningún prejuicio ni preconcepto. En resumidas cuentas, el peor estorbo para percibir la visión es la vista, pues cuando se trata de comprender la visión celestial es mejor que nuestros ojos físicos sean cegados, para que se iluminen nuestros ojos espirituales, tal como le aconteció a Pablo.

Si queremos tener ojos espirituales que vean, necesitamos un espíritu abierto y una conciencia purificada. No cerremos nuestro espíritu; mantengámoslo abierto. Además, nuestra conciencia debe ser purificada, por la obediencia a la verdad mediante el Espíritu. Nuestra conciencia, es parte principal de nuestra alma, y debe estar limpia. Si nuestra conciencia está opaca, nuestro espíritu no podrá ver.

También necesitamos un corazón puro para ver y entender las cosas de Dios, tal como lo dijo Cristo: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”. Muchos no pueden ver a Dios ni recibir la revelación de las cosas espirituales porque su corazón está mezclado con emociones tóxicas y motivaciones erradas. Para tener un corazón puro, debemos apropiarnos de la obra perfecta de Cristo y cultivar motivaciones correctas, emociones sanas.

Con el fin de tener un corazón puro, es indispensable una voluntad sumisa. Si nuestra voluntad ha de ser dócil entonces estaremos dispuestos a implementar y obedecer en nuestra forma de vida todo lo que Dios nos revela, de lo contrario, aunque recibamos mucho entrenamiento y tengamos mucho conocimiento, sin ponerlo en práctica, tal vez aprendamos doctrinas, pero no tendremos ninguna visión, verdad, mucho menos vida.

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Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.redrema.org www.elcentronetwork.com

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