Un encuentro con el Cristo ResucitadoMuestra

La ira y el odio impiden ver a Dios en el prójimo, no permiten tener un encuentro con Jesús. La forma más concreta de poder percibir a Dios a través de nuestros sentidos es mediante nuestro prójimo.

Saulo no podía distinguir a Dios en el prójimo, no olvidemos que Saulo fue “del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín; hebreo de hebreos y, en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, irreprensible”, así que, nosotros como cristianos no estamos libres de que nos suceda lo mismo que a Saulo. Su odio por personas que “no eran como él” lo cegó tanto que buscaba matar a todo el que no creyera lo mismo que él. En medio de una de sus persecuciones Jesús mismo se le aparece y le pregunta por qué lo persigue. En este encuentro Saulo reconoce a Jesús como su Señor y está dispuesto a hacer lo que Él le pida.

Tal vez nosotros no tengamos un encuentro con Cristo así de drástico, pero debemos recordar que si somos hechos a imagen y semejanza de Dios entonces Él mismo se nos revela mediante nuestro prójimo. Jesús mismo dijo que “todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron”, así que nunca hemos conversado con simples personas, simples vecinos, simples compañeros de trabajo, simples amigos o simples familiares, siempre hemos conversado con personas que representan a Dios en este mundo. Por eso el mandamiento más importante después del amor a Dios es el amor al prójimo.

Estos tres encuentros con el Cristo Resucitado ocurren en situaciones diferentes. Pero como podemos ver, un encuentro real con Jesús los cambió, tal vez no cambiaron sus circunstancias, pero sí cambió su forma de ver y entender su realidad. Espero que este devocional te haga más consciente de los encuentros sorpresivos que puedes tener con Dios. Mantente orando y atento a estos encuentros inesperados con Jesús: el Cristo Resucitado.