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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 360 DE 365

Conversión o juicio

“Y ustedes, habitantes del pueblo de Capernaum...van a ser enviados a lo más profundo del infierno. Si los milagros que se han hecho entre ustedes se hubieran hecho entre los habitantes de la ciudad de Sodoma, ellos habrían cambiado y la ciudad aún existiría. Les aseguro que en el día del juicio final el castigo que ustedes recibirán será peor que el de ellos”, Mateo 11:23-24 (TLA).

Cuando el Señor pronunció esta profecía de destrucción y ruina parecía improbable que se cumpliera. Capernaum era el centro de actividad comercial en el norte de Galilea. La región gozaba de un clima ideal y de un panorama pintoresco (muchas aldeas a su alrededor, con un mínimo de 15.000 personas, según lo informa el historiador Josefo) y sumamente próspera por ser una ciudad central en el paso de caravanas de mercaderes entre Damasco y Egipto. Pero todos estos aspectos favorables no impidieron el desfavorable futuro que el Señor profetizó. El juicio de Dios por causa del pecado cayó sin misericordia sobre la ciudad. La historia cuenta que Capernaum fue destruida por un terremoto en el año 400 de nuestra era. Desde el regreso de Israel a la tierra prometida, los judíos edificaron muchas de las ciudades antiguas, pero Capernaum no ha sido reedificada. Los siglos ocultaron de la vista humana este valioso testimonio que la moderna arqueología ha revelado. En el año 1905 un grupo de arqueólogos excavaron la ciudad de Capernaum. Sus ruinas son el testimonio confirmatorio de que las profecías de la Biblia se cumplen tal y como fueron pronunciadas. Estas profecías confirman la divina inspiración de las Sagradas Escrituras y advierten al hombre que Dios nunca ha perdido el control y que todavía está en el timón del destino de las naciones.

Cuando terminaron las excavaciones, algunos concibieron la idea de reconstruir la sinagoga. Comenzaron por restaurar las paredes y una que otra columna. De repente sucedió lo inesperado, el arquitecto encargado de la obra murió y los trabajos de reconstrucción quedaron paralizados. Nadie ha continuado desde entonces. La maldición antigua descansa sobre esta ciudad. Dios cumple su palabra.

“Amado Señor, yo soy culpable del mismo pecado. Cuántas bendiciones he recibido de ti y todos los días disfruto sin siquiera darte las gracias. Cuanta ingratitud y desvergüenza en mi vida. Has hecho tanto para que despierte y sigo dormido en mi egoísmo, igual que los habitantes de Capernaum. Señor, anula el juicio, quiero volverme a ti de todo corazón. Ayúdame en el camino de transformación, en Jesús. Amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/