No estoy bienMuestra

¿Recuerdas algún momento en el que fuiste rechazado? Es posible que hayas invitado a alguien a salir o hayas presentado una idea para un proyecto grupal que no se tomó en cuenta. Puede que incluso hayas hecho algo que sabías que no debías hacer porque te preocupaba ser rechazado por el grupo de personas con el que estabas. El rechazo es un fuerte impulso para nosotros y el dolor que asociamos con el rechazo puede ser muy estresante.

En la lectura de hoy, verás el momento en que Jesús envió de viaje a los discípulos de pueblo en pueblo. Les dijo que compartieran un mensaje con la gente y les dio instrucciones muy específicas sobre lo que podían llevar consigo. Además, les dijo exactamente qué hacer si la gente de un pueblo rechazaba su mensaje. Pareciera que Jesús sabía que sus discípulos iban a ser rechazados.

No podemos controlar cómo nos responde la gente cuando le compartimos quién es Jesús. Algunas personas recibirán el mensaje, y otras rechazarán lo que les hemos compartido. Pero no importa lo que nos suceda cuando salimos al mundo a hablar a los demás de Jesús, Él siempre nos recibe de vuelta. Aunque les dolieran los rechazos, los discípulos podían mirar a Jesús para que los afirmara y les recordara su pertenencia. Si te han rechazado recientemente o tienes miedo de que te rechacen en el futuro, puedes mirar a Jesús para que te muestre a dónde perteneces. Cuando la gente te rechaza, Jesús nunca lo hará.