En la tumba vacíaMuestra

El Primer Testigo

"Jesús le dijo: María" (Juan 20:16).

El Verbo hecho carne tiene el poder de crear de la nada, pero con un soplo suave expulsó la incredulidad y el dolor de María pronunciando su nombre.

Ella recordó. Podría haberse derrumbado sobre Él en alivio y arrepentimiento por su ceguera. Hacemos lo mismo cada vez que Él nos recuerda Su presencia sin importar lo mal que parezcan las cosas.

Al final de la misión de salvación de Jesús, Su relación con María y el resto de Su pueblo cambió. Ya no viviría en la tierra entre ellos, pero prometería no dejarlos solos por su cuenta. Él la envió a ella de camino para difundir las buenas nuevas a Sus discípulos.

María hizo lo que se le dijo, con un entusiasmo que haríamos bien en imitar. Ella no necesitaba un título de una universidad bíblica o una escuela de seminario. Simplemente habló lo que el Señor le dijo. No necesitaba preocuparse por nada más allá de eso. Tenemos esas mismas habilidades, la misma misión urgente. ¡Ve y cuéntalo!

Gracias, Señor. El relato de María Magdalena es especialmente significativo para vuestras hijas. Honraste a una mujer para que fuera el primer testigo de tu resurrección. Tú conoces nuestra necesidad de estar seguros de tu amor y de que somos valiosos a tus ojos. Abre los nuestros para ver el aliento, el propósito y la promesa preservados para siempre en el relato de María en la tumba vacía. Amén.

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