En la tumba vacíaMuestra

¡No tiene sentido!

“Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús. 15 Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»” (Juan 20:14-15).

María Magdalena estuvo de luto durante tres días. Estaba agotada. Cuando terminó el sábado, estaba decidida a ayudar a darle a su Sanador y Maestro un entierro adecuado. Cuando miró en la tumba, vio seres celestiales en lugar de un cadáver. Quizás ella perdió la cabeza al igual que a su Maestro después de todo.

María, confundida por el dolor, sacó conclusiones basadas en evidencia circunstancial y no en las promesas de Jesús. Lo último que tenía en su mente era verlo vivo, y mucho menos cerca de ella en amor, una vez más listo para sanar su dolor y darle las mejores noticias.

Suponiendo que Jesucristo era un jardinero, ella pidió una explicación. Él la animó pacientemente a recordar quién sacó demonios, sanó cuerpos, calmó tormentas, caminó sobre el agua y resucitó de entre los muertos mientras hablaba de su identidad y misión profética.

¡Pero ella vio morir a su Salvador! ¡Nada de esto tenía sentido! Su dolor y confusión nublaron los recuerdos de los milagros y los mensajes de cumplimiento mesiánico.

¿Cuántas veces luchamos con nuestras propias expectativas y sabiduría sobre las de Dios? Es energía desperdiciada. Como C. S. Lewis dijo una vez: "Me rendí y admití que Dios es Dios".