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Humillado

DÍA 4 DE 7

La guerra espiritual de la que muchos hablan no es una fórmula o una técnica que se pueda enseñar como si fuera un método. No es una serie de pasos que deberíamos aprender. Muchos quizá usan métodos y estrategias para luchar en una batalla espiritual. Sin embargo, la verdad es que la guerra espiritual comienza en la intercesión. Es algo que debe nacer en lo profundo del corazón después de ver el sufrimiento de las personas, y después ser capaz de pelear una batalla no contra hombres, sino contra Satanás y su ejército.

La batalla comienza con la oración, durante una profunda intercesión.

Sabemos muy bien que nuestra batalla no es contra hombres o instituciones. Muchas veces, los cristianos nos confundimos y nos enredamos en debates. Pero, ¿quién es el que mete el palo en la rueda de la Iglesia para impedir que siga avanzando? Satanás. Él, el diablo, está detrás de hombres, leyes o gobiernos que intentan obstruir la predicación del Evangelio.

En cada ciudad hay un principado; poderes que se oponen a la obra de Dios sobre Sus hijos.

Si realmente quieres obtener la victoria en tu vida, debes pelear la batalla contra espíritus de incredulidad, los demonios que intentan detener la bendición de Dios. Cuando entendemos en nuestra propia carne el dolor y la necesidad de los que claman, derramando su alma en pedazos delante del Señor, llorando al ver adictos destrozados por el diablo, matrimonios destruidos o hijos abandonados, Dios mueve Sus ejércitos, y las cadenas y las barreras que el diablo ha puesto empiezan a romperse. Tenemos la autoridad para hacerlo, podemos vencer y recuperar lo que el diablo ha robado.

Debemos entender este principio: tenemos el derecho legal de reclamar y recuperar lo que el diablo está reteniendo. Dios nos dio ese derecho cuando lo derrotó en la cruz del Calvario. Si no conseguimos la victoria en oración y profunda intercesión sobre estos principados, la luz de Cristo nunca brillará. Tendremos bendiciones limitadas, pero nunca la gran bendición que Dios quiere que conquistemos. La única manera de derrotar al diablo es humillándonos, llorando, pidiendo, reclamando, y declarando: “¡Diablo, suelta las almas que tienes cautivas, suelta a los drogadictos, libera a los pecadores!”, y con autoridad ir y traerlos de vuelta en el nombre de Jesús.

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Humillado

La Biblia nos enseña cuán hermoso y maravilloso es evangelizar, y la importancia fundamental que tiene para nuestro Señor Jesucristo. Al leer las Escrituras, entendí que la mayor tarea que tenemos como Iglesia, el Cuerpo...

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Nos gustaría agradecer a CfaN Christ For All Nations por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.cfanlatino.org/

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