La Vida Es Un RatitoMuestra

VIVE AGRADECIDO

Dar gracias es algo que se nos enseña desde niños como una norma de cortesía, le damos las gracias al vendedor cuando nos entrega un producto o al taxista cuando nos lleva al lugar que le hemos pedido. En fin, hay muchos ejemplos, pero ese tipo de agradecimiento lo damos por cortesía y rutina ya que la gratitud es el reconocimiento de un favor o beneficio que se nos ha hecho. Pero detente a pensar, ¿qué tal el hacer de la gratitud un estilo de vida?

Cuando vamos a la Palabra de Dios nos damos cuenta que la gratitud es una actitud de alabanza a Dios y debe ser un estilo de vida.

A lo largo de toda La Biblia Dios nos recuerda la importancia de ser agradecidos. Dios enfatiza que demos gracias en toda circunstancia. Seguro estarás pensando: "Es fácil de decir, pero complicado de vivir". Si, pero Dios como Padre, quiere lo mejor para nosotros, Sus hijos, y sabe que el agradecimiento continuo nos hará bien en todas las áreas de la vida.

Dar gracias a Dios porque somos Sus hijos, dar gracias por lo que tenemos, por lo que hacemos y por lo que logramos cada día. Eso nos da libertad y nos permite ver con nuevas perspectivas, nos ayuda a apreciar todas las cosas, al mismo tiempo que fortalece nuestras vidas, tanto interna como externamente.

• Solo alguien que ha estado a punto de morir, puede dar gracias por la vida.
• Solo quien ha estado enfermo, puede agradecer la salud.
• Solo quien ha sido pobre, puede agradecer la abundancia.
• Solo quien ha vivido sumido en tristeza, puede agradecer el gozo.
• Solo quien ha pasado por tormentas, puede dar gracias por la paz física, emocional y espiritual.

Solo quien ha tenido un vaso vacío, tiene el poder para decidir si estando a la mitad, lo verá medio lleno o medio vacío. En nuestras vidas puede haber cientos de razones para renegar y quejarnos, pero nosotros tenemos el control y el poder para encontrar miles de razones que Dios nos ha regalado para celebrar, para estar alegres y ser agradecidos.

Tomemos cada día de nuestra vida como una oportunidad para ejercitar y fortalecer nuestra fe, dando gracias por todo y en toda circunstancia, reconociendo que todo está y estará bien. Porque Dios es el que dirige y controla nuestra vida y nuestro destino.