Un Acto De AmorMuestra

La Transformación a Través de la Voluntad

No hemos venido a este mundo para complacer nuestra voluntad humana ni la de la sociedad, sino para cumplir la voluntad de Dios. Al comenzar a seguir Su voluntad, experimentamos una transformación interna. En esta etapa, las cosas de la vida cotidiana pierden su atractivo y las acciones que antes realizábamos ya no son bien recibidas por el entorno.

A menudo creemos que seguir la voluntad de Dios o dejar atrás viejas costumbres podría ser fácil, pero en realidad, no lo es. Dejar de hacer cosas que hicimos durante mucho tiempo y que considerábamos correctas requiere un esfuerzo considerable.

Este cambio nos exige estirarnos un poco más, es similar a como cuando una persona comienza a hacer ejercicio: al principio, se siente cansada y cada músculo que ejercita duele, pero debe continuar entrenando para no perder el progreso. Aunque el ejercicio sea doloroso, es posible que lo haga para mejorar su salud o alcanzar un objetivo personal. Este sacrificio para aquella persona no es una obligación, sino una expresión de amor propio.

De manera similar, es en nuestro proceso de transformación, a algunos les duele, y otrosse cansan, pero es importante que nos esforcemos cada día para no enfriarnos y entrar en obediencia a Dios. Con el tiempo, a medida que nos habituamos a esta transformación, los desafíos se hacen menos dolorosos y más naturales, permitiéndonos alinearnos con el propósito de él.

Entonces al igual que el ejercicio, esta obediencia no debe verse como una obligación, sino como un acto de amor a Dios.

Finalmente, si observamos a quienes están alejados de él, veremos que se adaptan perfectamente entre sí, glorificándose mutuamente. En contraste, los creyentes no buscamos la gloria entre los humanos, sino que dirigimos nuestra adoración al único que verdaderamente merece gloria: Dios.