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Desafíos De La Nueva Generación

DÍA 5 DE 7

En Juan 10, Jesús se identifica con el Buen Pastor. Era una referencia evidente a una profecía del Antiguo Testamento contra los malos pastores del pueblo de Dios, esos que «no salieron a buscar a mis ovejas cuando ellas se extraviaron. Se ocuparon de sí mismos y dejaron que las ovejas pasaran hambre» (Ez. 34:8). Esos pastores «no han cuidado de las débiles; no se han ocupado de las enfermas ni han vendado las heridas; no salieron a buscar a las descarriadas y perdidas. En cambio, las gobernaron con mano dura y con crueldad» (vs. 4).

Pero el Buen Pastor, a diferencia de esos impostores, da su vida por las ovejas. No las esquilma, no las abandona, no se aprovecha de ellas. Por ese motivo, las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan» (Jn. 10:3). Se sienten seguras, aceptadas, dignificadas por su cuidado. «Él llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. Una vez reunido su propio rebaño, camina delante de las ovejas, y ellas lo siguen porque conocen su voz» (vs. 3,4).

El éxodo de la juventud en las iglesias es un síntoma preocupante. Más allá de los detalles, la historia de mis contemporáneos se repite una y otra vez: distintas geografías, conflictos similares, conclusiones idénticas. Ante ese dilema, muchas iglesias se cuestionan cómo convocar a los jóvenes para que vuelvan al redil. Me alegro honestamente cuando eso pasa. Pero sería bueno que la solución comenzara con un paso previo: que antes de intentar convocar a las ovejas alejadas del redil, las iglesias pusieran en práctica mecanismos saludables y amorosos que no las obliguen a escapar.

Es obvio que no todos los casos son iguales. No todo el que se va de la Iglesia es un iluminado, pero no es tampoco necesariamente un apóstata. No todo crítico es un profeta, ni todos los que se someten son por eso verdaderos cristianos. No obstante, cada discípulo que emigra debería encender una alarma en la Iglesia.

Martín Lutero escribió que «el obispo, el papa, los eruditos y toda persona tiene la potestad de enseñar; pero las ovejas deberán juzgar si lo que enseñan es la voz de Cristo o la voz de extraños». Por más presión institucional y amenazas de excomunión que reciban, las ovejas de Jesús «nunca seguirán a un desconocido; al contrario, huirán de él porque no conocen su voz» (Jn. 10:5).

Nuestras iglesias deben ser megáfonos de la voz del Buen Pastor. Cuando no lo son, cuando pierden el contacto con el corazón del Evangelio, el deber de las ovejas es priorizar el llamado del Maestro.

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Acerca de este Plan

Desafíos De La Nueva Generación

Cambios sociales, políticos, económicos y culturales por todos lados. El mundo en el que hoy vivimos no es el mismo en el que vivían nuestros padres. Los desafíos son enormes. Más que nunca, necesitamos preguntarnos: ¿qu...

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Nos gustaría agradecer a Editorial CLIE por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://bit.ly/3OkAgLI

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