Ser Visto: Sanando la desesperación y la ansiedad a través de la conexión Muestra

Cuando estás desolado

Elías luchó. Pablo luchó. Jesús luchó.

A menudo he pensado, ¿por qué Pablo no necesitó un terapeuta? Estoy bastante seguro de que si experimentamos lo que experimentó Pablo, necesitaríamos terapia. Pero, Pablo tuvo terapia. Era parte de la cultura en la que vivía. La conexión se entretejió en el tejido de los tiempos antiguos.

Conexión con Dios, con los demás y consigo mismo.

Por ejemplo, Jesús modeló retirarse diariamente para conectarse con el Padre. Pablo probablemente vivió de la misma manera. Pablo estaba profundamente conectado con los demás. Cara a cara, todos los días con hermanos y hermanas para orar, exhalar emocionalmente, sentir empatía y sentirse visto. Pablo no sentía que estaba llevando sus cargas solo. Ese es el resultado de sentirse visto. Cuando nos sentimos vistos, no nos sentimos solos. Incluso en la prisión, no estaba solo.

Pablo también estaba conectado consigo mismo. Su ritmo de vida más lento significaba que si tenía una reunión en otra ciudad, probablemente habría tenido que caminar hasta allí. Sin teléfonos, sin podcasts y sin música. Sólo Pablo solo con sus pensamientos y Dios.

¿Alguna vez has pensado por qué tenemos tanto miedo al silencio en nuestra cultura actual? ¿Por qué le tenemos miedo a la quietud? Tal vez hay algunos sentimientos que hemos estado evitando. Tal vez sea la preocupación por el futuro lo que escondemos y guardamos en lo más profundo de nuestro corazón.

Nuestros cerebros, con el tiempo, acumulan toda esa energía y todas esas emociones ocultas. El estrés produce cortisol en nuestro cuerpo. Un goteo constante de cortisol hace que el cerebro aumente el procesamiento en el lado derecho, la amígdala. Con el tiempo, esto crea una separación del procesamiento lógico. En pocas palabras, la desesperación y la ansiedad pueden crear una desconexión entre el lado derecho de nuestro cerebro (procesamiento emocional) y el lado izquierdo de nuestro cerebro (procesamiento lógico).

Pero cuando ayudamos a otros a sentirse vistos, podemos ayudar a influir en la sanación.