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Hermoso Nombre

DÍA 9 DE 15

Sabemos que para tener las manos limpias y libres de gérmenes, nos las tenemos que lavar a menudo. Utilizamos jabón y agua y, frotamos nuestras manos durante por lo menos 20 segundos para asegurarnos de que están limpias. Muy rápido, vuelven a ensuciarse. Jugamos fuera, estornudamos, tocamos cosas y entonces, tenemos que lavarnos las manos otra vez. ¿Cuántas veces al día crees que te lavas las manos? ¿10 veces, 20 veces, 30 veces?

La Biblia habla mucho de estar limpio, especialmente en el Antiguo Testamento. Aquí leemos que la presencia de Dios habitaba en el templo. Para entrar al templo, había que estar limpio, pero no solo físicamente limpio como después de bañarnos o lavarnos las manos, sino «ritualmente» limpio o puro siguiendo las reglas que Dios había dado. El libro de Levítico, nos explica las reglas que Dios dio a los israelitas para ayudarles a saber qué era limpio o puro y qué era sucio o impuro, lo que podían tocar y lo que no, y cómo podían purificarse antes de entrar a Su presencia.

Dios también dio a los israelitas una manera para poder cubrir sus pecados, mediante el sacrificio de un animal. El símbolo del animal y su sangre significaba que sus pecados habían sido perdonados, y así eran purificados o limpiados. No se trataba de algo que se hacía una sola vez, sino que los israelitas tenían que limpiarse y traer sacrificios una y otra vez.

Cuando Jesús murió en la Cruz y resucitó, se convirtió en el sacrificio máximo para limpiarnos del pecado y a través de su sangre, somos limpios. Jesús no tiene que morir una y otra vez. Cuando Jesús murió y resucitó fue un acto suficientemente poderoso para salvar a todas y cada una de las personas en la Tierra y, ¡a cada persona que existirá en la historia!

A través de Jesús, somos limpios. Todavía nos equivocamos y cometemos errores, pero gracias a Jesús, no tenemos que estar limpios o perfectos antes de acercarnos a Dios, sino que podemos venir a Dios sin importar el desastre en el que nos encontramos y Él nos perdona. A través de Jesús, nuestro Cristo, hemos sido liberados.

Escrituras