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El mandamiento más importante es amar a Dios.   El segundo mandamiento más importante es amar a los demás como a nosotros mismos.  Esos dos mandamientos no están relacionados por casualidad. No se puede cumplir uno sin el otro.  Al amar a Dios, amamos a los demás, y ese amor nos lleva a perdonarlos.  El amor y el perdón a los demás nos acercan a Dios. Retener la ira inicia un ciclo terrible.  La falta de perdón provoca resentimiento e ira. El resentimiento o el guardar rencor, afecta nuestra capacidad de amar a los demás así como a nosotros mismos, porque temeremos siempre que nos vuelvan a herir. Por eso es imposible amar a las personas y guardarles rencor al mismo tiempo. 

Hoy, si te cuesta perdonar a alguien, considera hablar con un adulto de confianza y pregúntale cómo hicieron para perdonar.