Al 100 % La Vida Que Dios Tiene Para NosotrosMuestra

Empapado

La figura del ciervo sediento ha sido de las más gráficas a la hora de ejemplificar la sed por la Presencia de Dios. El alma del salmista anhela el ser de Dios, no está pidiendo determinadas bendiciones, sino que espera un encuentro con Dios mismo.

Está deseoso, yo diría que está desesperado. El cuadro es de desesperación. Esta sed es absoluta. Todo su ser busca a Dios. En otro salmo, David habla del anhelo de estar en los atrios de Dios y habitar allí. Hay una palabra que nos debe dirigir: Sed.

La sed es esa necesidad profunda de nuestra alma, aquello a lo cual daremos siempre prioridad. Depende de cuán valiosa sea para mí la Presencia de Dios, será así mi búsqueda.

¿Puede desarrollarse la sed por Dios? Claro que sí. Elijo dejar de alimentar mi ser con cosas destructivas como odios o rencores, y el Espíritu Santo hará crecer el anhelo por Dios y todo lo que es de Él. 

¿A quién estás corriendo en tu angustia y desesperación? Isaías 55:1 dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas”. Jesús dijo en Juan 4:14 “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. 

Él es la fuente que quita la sed, que sacia al cansado, al fatigado. Mi alma clama por Ti Señor, tengo sed de tu Presencia.

Oración: 

Amado Dios, anhelo saciar mi sed con la fresca Presencia de tu visitación en mi vida. Clamo por ser saciado de mi necesidad interior, de sentir que mi alma es saciada de ti. Te elijo a ti cada día. Hoy, vuelvo a elegirte. ¡Sáciame Señor!