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DÍA 4 DE 5

  


Nuestro Brillo


Brillar es nuestra mayor y más importante misión. Nuestro brillo viene de la luz de Cristo en nosotros. A mayor vida de Cristo en los que somos hijos de Dios más brillo en cada una de nuestras vidas. Este brillo no es de lo grande y maravillosos que somos, este brillo no es de títulos, posesiones o grandezas.


Todo lo contrario, el brillo es el efecto de la humildad del corazón, de la obediencia al Padre, del sacrificio de nuestro yo, del quebranto de nuestra voluntad. Una vida que busca continuamente el rostro de Dios y que tiene como mayor deseo agradarle, es una vida en la que la luz del Señor resplandece.


“¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Estas palabras las pronunció el profeta Jeremías para referirse a la situación tan desastrosa en la que cayó el pueblo de Dios a causa de su continua desobediencia.


Perder el brillo, ¡qué tristeza! ¿Cómo es que ocurre algo tan lamentable en la vida de un creyente? ¿De qué manera el brillo del cristiano mengua y se opaca? ¿Realmente puede ser arrebatado ese brillo? Ciertamente puede ser así, de ahí el lamento de Jeremías por su pueblo. Esto fue lo que le sucedió a Judá, hasta tal punto que el oro fue ennegrecido. No el metal precioso sino la vida preciosa del pueblo de Dios.


La palabra que sirve de denominador para la trágica situación que les sobrevino, es pecado. El pecado, que como una bola pequeña de nieve se fue deslizando hasta llegar a ser un devastador alud que los llevó a la ruina. Un funesto desenlace previamente anunciado por los profetas del Señor a los cuales el pueblo despreció y no escuchó.


Es cierto que no todo lo que brilla es oro, pero el oro que no brilla pierde su gloria. El engaño del Enemigo es muy sutil. Sus artimañas le funcionan cuando poco a poco va ganando terreno, empañando sagazmente el brillo que distingue la vida del creyente y su testimonio como hijo de Dios. Conversaciones, amistades, lugares, costumbres, cosas al parecer insignificantes que se van haciendo parte de nuestra vida, sin que nos demos cuenta de cómo el brillo se va opacando en nosotros.


Cuidemos el brillo de Dios en nosotros. ¿Qué otro brillo puede siquiera acercarse a la brillantez que provoca la vida de Cristo en nosotros? Que nuestra oración sea, Señor ayúdame a brillar para bendición del mundo y para gloria de tu nombre. Es esa la misión para cada creyente. Si todos brilláramos como el Señor quiere, cuánta luz alumbraría a este mundo, cuánto brillo tendría la iglesia que Él ganó con su sangre. 

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

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Los cristianos tenemos ante nosotros el divino llamado de Dios a ser luz en medio de las tinieblas. Es la más importante de nuestras misiones. ¿Cómo lo hacemos? ¿De qué manera podemos ser para este mundo la luz que pueda...

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage

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