Alumbrando a TodosMuestra

Ardiendo y Alumbrando

Arder y alumbrar, vivir de tal manera que todos puedan ver la luz de Cristo que emana de nosotros. En la vida enfrentamos diferentes escenarios, unos buenos y otros menos buenos. Cualquiera que sea nuestra situación, estemos en un valle de sombra de muerte o en espacios de fe y bonanza, Cristo sigue estando en nosotros. Su luz no mengua, su luz es permanente.

Por eso, debemos tener nuestra lámpara sobre la mesa, en el lugar que puede alumbrar y no debajo de ella.  Para ello es necesario que entendamos que nuestra luz no es luz propia. Debemos tener claro que nuestra capacidad de brillar se debe exclusivamente a la presencia de Cristo en nosotros. 

Pablo hablaba a los efesios y enfatizaba la importancia de ser luz para este mundo. “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.” “En otro tiempo”, una expresión para referirse a nuestro pasado sin Cristo, cuando todavía estábamos en tinieblas.

“Mas ahora”, una expresión que se refiere a nuestro presente en el Señor, a la nueva vida en Cristo. Es por nuestra conducta, por nuestro carácter, por nuestros frutos, por nuestro modo de vivir que vamos ardiendo en el Espíritu y alumbrando este mundo con la luz que habita en nosotros, la luz de Cristo.

¿Se puede alumbrar sin que arda la llama de su luz en nosotros? Pensemos, ¿se puede arder con su luz y no alumbrar el mundo en el que estamos? Imposible, cuando la llama que arde en nosotros es real no hay manera de detener la luz que emana de esa llama. Alumbramos porque ardemos y porque ardemos alumbramos.

Jesús, tú eres la luz del mundo. Ayúdanos a nosotros a alumbrar como tú alumbras. Llénanos del fuego de tu Espíritu Santo para que ardiendo en ti, alumbremos este mundo.