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5 días explorando la duda con la lógica de Dios

DÍA 5 DE 5

¿Vale la pena?

 


A pesar de todas las negaciones de la verdad como categoría, la gente todavía tiene hambre de ella. La verdadera pregunta que nos persigue no es si la verdad existe, sino si vale la pena, y luego la pregunta más difícil de todas: ¿Dónde puedo encontrarla?



El 6 de agosto de 1961, un cosmonauta soviético de veintiséis años llamado Gherman Titov se convirtió en el segundo soviético en orbitar la Tierra y regresar a salvo. Un tiempo después relató su experiencia mientras hablaba en la 21 Century Exposition en Seattle. Titov declaró que en su excursión al espacio buscó a Dios, pero no lo encontró. Toda la teoría política y económica de los soviéticos, basada en un marco ateo, hizo de su afirmación una justificación de su creencia fundamental.



Alguien dijo con humor: «Si hubiera salido de su nave espacial, seguro que lo habría encontrado». Titov, por supuesto, había ido más allá de la disciplina de ganancia tecnológica a quitarle puntos a la teología. Un hombre que ni en un millón de años hubiera creído que su nave espacial era una colección accidental de átomos, de alguna manera creía que el universo mismo era un accidente de ese tipo. Un gran paso para la ciencia le había hecho dar inmenso salto en filosofía.



Años más tarde, el día de Navidad de 1968, tres astronautas estadounidenses fueron los primeros seres humanos en dar la vuelta al lado «oscuro» de la luna. Capturados por el asombro del universo, los astronautas hicieron eco de las únicas palabras que parecían adecuadas. Esas palabras fueron del primer versículo de la Biblia: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra…» (rvr1960).



Dos experiencias similares de asombro y esplendor dieron lugar a dos conclusiones diametralmente opuestas. Estos dos incidentes llevaron al espacio la cuestión más debatida en la Tierra: ¿Existe Dios?


La respuesta a esa pregunta tiene una mayor influencia en tu vida que cualquier otra cosa. Los destinos personales y nacionales están inextricablemente ligados a esta cuestión. Todo nuestro marco humano de referencia moral está determinado por la existencia o no de Dios. Nuestro propósito en la vida está determinado por eso, ya sea que estemos aquí por diseño o por ninguna intervención en lo absoluto y solo por casualidad. Quiénes somos y por qué existimos fluye lógicamente de la cuestión de la existencia de Dios.


En la década de 1950, la Enciclopedia Británica, Inc. publicó un conjunto de múltiples volúmenes titulado Los Grandes Libros del Mundo Occidental. Es un tesoro de grandes pensadores occidentales desde Sócrates a Aquino y Pascal. Un almacén de información. Uno de los principales editores fue un hombre llamado Mortimer Adler. En una entrevista hace años, se le preguntó al profesor Adler: ¿por qué de todos los temas tratados en Los Grandes Libros el ensayo más largo era sobre Dios?



Adler respondió sin dudarlo que era porque de ese asunto se derivan más consecuencias para nuestras vidas que de cualquier otro.



Es la respuesta más lógica que se ha dado. La creencia en valores de cualquier tipo se deriva de la creencia o la incredulidad en Dios.



Fue Mahatma Gandhi quien dijo: «Dios es la verdad». Si con esa declaración quiso decir que la verdad como idea es Dios, entonces yo no estaría de acuerdo. Pero si se refería a que todo lo que la noción de verdad representa está en la persona misma de Dios, entonces concedería esa premisa. En otras palabras, la verdad importa porque Dios importa. Dios importa de manera integral, y por lo tanto la verdad importa.



Por lo tanto, la cuestión no es si la búsqueda de la verdad vale la pena o no, ya que es lo único que en definitiva vale la pena, es tan valiosa que a menudo ha sido bloqueada por un guardaespaldas de mentiras.



Pero podríamos preguntarnos: «¿Qué tiene de malo una mentira?».


Podría añadir una palabra: «Todo».


 

Por un lado, pensaríamos que es moralmente incorrecto, ¿no? No la excusaríamos diciendo, «Y bueno, la gente tiene diferentes puntos de vista». ¿Importa que la moralidad tenga que ser entendida correctamente, a menos que este sea un universo moral? ¿Y cómo puede ser un universo moral a menos que sea creado por Dios? La persona no tiene ningún valor intrínseco aparte de que la persona de Dios es la Primera Causa. La inteligibilidad en este universo y la inmensa capacidad de la ley moral nos señalan un orden trascendente establecido por Dios.


Es más, no tenemos que ir al espacio exterior para encontrarlo. Él viene a nosotros en nuestro espacio interior, el espacio interior de nuestras vidas. Jesús dijo: «…Y al que a mí viene, no lo rechazo» (Juan 6:37, nvi).



La verdad que buscamos se revela en la persona de Jesucristo, y sus respuestas se ajustan a la realidad correctamente entendida. Conociéndole a Él, se encuentra la verdad y la vida. Cuando ese espacio interior es conquistado, el espacio exterior confirma lo que Dios ha revelado en Su Palabra y en la naturaleza. Por eso vale la pena la búsqueda de la verdad, porque busca conocer la mente de Dios.




 ¿Este devocional fue de ayuda para ti? Está basado en el  libro "La Lógica de Dios" de Ravi Zacharias. Descarga una muestra GRATIS aquí.   

Escrituras

Día 4

Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialhccp.com/vida/la-logica-de-dios/

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