5 días explorando la duda con la lógica de DiosMuestra

 Que tenga razón cuando estamos equivocados 

Platón dijo una vez que estaba agradecido de haber nacido como griego y no como bárbaro, como hombre libre y no como esclavo, como hombre y no como mujer, y sobre todo, de haber nacido en la época de Sócrates.



¿Sientes, como yo, una punzada de incomodidad al oír esto? Porque su sentimiento revela dos de nuestras perennes luchas: encontrar una filosofía con la que vivir y corregir los prejuicios con los que vivimos. Uno pensaría que la conexión entre las dos es demasiado obvia para no verla y el hecho de que una informe a la otra debería mirarnos a la cara. Sin embargo, si la historia nos ha enseñado algo, es que aprendemos muy poco del pasado, y no nos detenemos ni para justificar lo que creemos ni para asegurarnos de que la doctrina y la conducta tienen una conexión vital. Lo que Dios ha unido no lo separe nadie.

Una vez me pidieron que hablara en una conferencia sobre ética en cierta universidad que dejaré sin nombrar. Me atreví a presentar la bancarrota de las teorías humanísticas tanto racional como prácticas y las contrasté con las bases bíblicas de la ética. Después de la presentación, hubo un largo silencio. Entonces un profesor me dijo: «Toda esta teoría suena bien, pero la verdadera pregunta es, ¿cómo consigo que mis estudiantes sean éticos, que no hagan trampas en sus exámenes, que digan la verdad?».

Estaba encantado con la pregunta porque, de hecho, ese fue el punto de toda la charla. Pero no estaba preparado para lo que siguió.



Después de la sesión de preguntas y respuestas, una estudiante se acercó y me presentó un verdadero dilema. Esto fue lo que ella dijo: «Mi profesor me pidió que hoy viniera a su conferencia. La expectativa era que no estuviera de acuerdo con usted y que escribiera un trabajo diciendo eso. Pero después de escuchar su charla, me encontré de acuerdo con usted y ahora tengo un serio problema. Si escribo en defensa de su posición, probablemente me dará una nota muy baja, o me reprobará. Por otro lado, ella dijo que si no estoy de acuerdo con usted estoy seguro de que me dará una calificación alta. Mi problema es el desafío de decir la verdad y arriesgarme a fracasar».



Bastante desconcertado, la miré y le dije: «¿Vino tu profesor al foro?».



Hubo silencio y luego vino la respuesta. «Sí», dijo ella, en voz baja.

«¿Quién fue?». Le pregunté.



«El que le hizo la pregunta sobre cómo lograr alejarse de la teoría del resultado final y cómo conseguir que los estudiantes no hagan trampas en sus exámenes, que digan la verdad».



¿Puedes creerlo? Me quedé atónito. ¿Hay alguna duda de por qué muchos estudiantes universitarios no han logrado vincular el pensamiento con la vida y viven como un haz de contradicciones cuando son enseñados por éticos que han aislado el corazón de la cabeza y aún esperan vivir?



Con este fin Pablo le advirtió a Timoteo que valorara las Escrituras ya que «pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación» (2.ª de Timoteo 3:15, nvi) y «ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza» (1.ª de Timoteo 4:16). Las Escrituras son significativas y personales porque son verdaderas, y no verdaderas solo porque podemos aprovecharlas o manipularlas para que tengan un significado personal. El significado y la aplicación pueden ser prostituidos en el altar de la auto-gratificación, pero la verdad permanecerá en la historia cuando todos los disidentes humanos hayan dicho lo último.

G. K. Chesterton lo dijo bien: «No queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que queremos es una religión que tenga razón cuando estamos equivocados». Solo la Palabra de Dios proporciona ese correctivo. Esa advertencia llega tanto a los escépticos como a los creyentes.



Verás, Dios nos corrige no por las apariencias sino por Su carácter. La bondad nos señala no a la teoría sino al propósito de la vida.