El gran pastor de las ovejasMuestra

Cordero en la muerte, pastor en la resurrección

El hecho que Dios haya traído de la muerte a este gran pastor, significa que previamente el Padre lo había llevado a la muerte, como sustituto, como cordero propiciatorio, por los pecados de sus ovejas. ¡Cuán minuciosamente adecuado es el lenguaje de la Escritura y cuán perfecta, es la armonía verbal entre ambos Testamentos!

El Espíritu guió a Pedro, para que en su primera epístola, utilizara la misma profecía referida al Señor Jesús. Primero, se refiere al Señor diciendo que, fuimos rescatados por un «cordero sin mancha y sin defecto», después pasa a citar algunas de las expresiones proféticas de Isaías 53, como la que habla de nosotros, «nos descarriamos como ovejas», la que se refiere a la virtud salvadora de la obra expiatoria de Cristo, «por sus llagas fuimos nosotros curados»; y la que habla que, al llevar nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, Cristo estaba cumpliendo transacciones celestiales con el Juez justo, «Pastor y obispo de vuestras almas». 

Pedro fue guiado a hacer una exposición sobre Isaías, retratando al Salvador como cordero en la muerte y como pastor en la resurrección. Era inexcusable que los judíos no supieran del Cristo en este particular oficio. Esta ignorancia es evidencia, si se tiene en cuenta, que fue uno de sus profetas el que anunció que Dios diría, «Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío... Hiere al pastor». Allí se presenta a Dios en su carácter judicial, enojado con el pastor por amor a nosotros. Puesto que Él cargó con la responsabilidad de nuestros pecados, la justicia tenía que ser satisfecha a costa suya. Ese fue «el castigo de nuestra paz», impuesto sobre Él, y el buen pastor dio su vida por las ovejas para satisfacer los justos requerimientos de Dios.

Lo expuesto, nos hace percibir mejor por qué el apóstol Pablo designó a Cristo como «el gran pastor». No sólo fue prefigurado por Abel, por los pastores patriarcales; no sólo fue tipificado por David, sino que las predicciones mesiánicas lo retrataron como el pastor de Jehová. Debemos notar, que este título muestra sus dos naturalezas, la divina y la humana, pues dice, «el pastor… el hombre compañero mío, dice Jehová». El título de «el gran pastor», tiene varias implicaciones que estaremos viendo el día de mañana.