¿Por qué tendría que haber una alabanza de continuo en mi boca?

Para responder mejor esta pregunta debemos saber que antes que existiera la vida que hoy conocemos en esta tierra, en el mundo que conocemos como nuestra habitación, ya Dios habitaba y reinaba con poder y majestad en la eternidad, el mundo espiritual, un mundo real y que con mucha frecuencia pasa desapercibida a nuestros sentidos naturales.

La Biblia nos da luz acerca de este lugar donde Dios habita y lo que allí acontece, el capítulo 4 del libro de Apocalipsis se titula «La adoración celestial» y aquí podemos ver una escena impresionante de Dios en toda su gloria y majestad además de todos los elementos que rodean su presencia.

Un trono establecido en el cielo y en el trono uno sentado cuyo aspecto resplandece como las piedras preciosas, alrededor del trono un arcoíris semejante a la esmeralda en aspecto, alrededor del trono otros veinticuatro tronos con veinticuatro ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro. Delante del trono salen relámpagos, truenos y voces, delante del trono como un mar de cristal, seres celestiales que no cesan de decir: SANTO, SANTO, SANTO es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir.

Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

‭‭Tal vez al leer esta superlativa descripción del poder de Dios, de la grandeza de su gloria, de la majestad que le rodea no necesitemos de más argumentos para reconocer abiertamente que nuestro DIOS ES DIGNO DE TODA LA ALABANZA, LA GLORIA, LA HONRA Y EL PODER.