Mujer Sellada - Parte 1Muestra

Día 7: El Corazón Guardado

La palabra "corazón" en el Antiguo Testamento es mucho más amplia que nuestro uso moderno y poético, que la limita al órgano del amor o las emociones. En la Biblia, el "corazón" es el centro vital del ser personal. El Libro de Proverbios dice que las cuestiones de la vida provienen del corazón, tanto los asuntos intelectuales como emocionales. Jesús da una explicación aún más seria, diciendo:

"Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y la calumnia"
(Mateo 15:19).

El salmista dice: "En mi corazón he guardado Tu palabra". Está diciendo: "La he enterrado profundamente dentro de mi ser, la he colocado en las mismas raíces de mí mismo, y allí la he incorporado a la sustancia misma de mi ser". Porque él ama tanto a Dios, no quiere pecar contra Él.

Y este amor por Dios requiereconocerlo completamente.

El ángel le dijo a Juan que tomara la Palabra y la comiera, la cual sería dulce como miel en su boca, pero amarga en su estómago. Conocer todo el consejo de Dios significa guardar lo que aceptamos y queremos, pero también aquellas facetas de Dios que no comprendemos. Guardamos la Palabra porque lo amamos y no queremos ofenderlo.

Cada espacio en nuestra mente y corazón que no está lleno de la Palabra de Dios corre el riesgo de llenarse de lo que es contrario a Dios. En el peor de los casos, se convierte en pecado; en el mejor de los casos, en imprudencia.

La persona que no tiene esta conversación interna con la Palabra es un cristiano superficial. Un verdadero cristiano no puede alejarse de la Palabra de Dios. Es su único alimento real. Su vida sufre y se marchita cuando se le niega o descuida la ingesta diaria de la Palabra.

Leemos, meditamos, cantamos e internalizamos la Palabra de Dios para conocer a Dios y proclamar la Verdad. Pero, mucho más que eso, es para estar cerca de Él. Y Sus Palabras tienen más poder para hacer brotar vida dentro de nosotros que el corazón para bombear sangre a nuestro cuerpo.

Hoy en día, tenemos muchos otros libros para leer, pero ninguna literatura jamás reemplazará las Escrituras.

Queremos agradar a Aquel a quien amamos. Y cuanto más lo conocemos y Él es parte de nosotros, más nos volvemos como Él, Jesús.

Mi Oración:

Padre Dios, santifica Tu nombre en mí. Perdóname por tener más apetito por otras cosas que por Tu Palabra. El entretenimiento, las distracciones, las ansiedades y las cosas que desperdician mi tiempo han consumido mi corazón. Quiero tener hambre y sed de Tu Palabra. Es el verdadero alimento. Que el tesoro de mi corazón sea la meditación constante y la conversación con las Palabras de Tu Boca. Que mi fe crezca al escuchar Tu Voz dentro de mi corazón a través de Tu Palabra. Porque Te amo, Señor, no quiero ofenderte pecando contra Ti, en el nombre de Jesús. Amén.