Conforme a su corazón

Llegó un profeta a Belén, enviado por Dios a la casa de un hombre que tenía ocho hijos. Sus instrucciones eran ungir a un rey. Dentro de ellos había siete altos, fornidos, fuertes y eran guerreros. De momento, el profeta se confundió y cuando vio al primero de ellos dijo: “Este es”. Sin embargo, Dios le dijo: “No tomes en consideración su apariencia, ni su gran estatura, no es como mira el hombre que se fija en el exterior, Yo miro el corazón”. Faltaba el menor, el pelirrojo de ojos hermosos y bien parecido; al que no le prestan atención porque es el flacucho y aún no tiene la edad para ser un guerrero; al que consideran apto solo para los mandados, para apacentar las ovejas y tocar el arpa.

Se presentó ante Samuel aquel jovencito humilde, sudado, con olor a ovejas del campo, que nadie tomaba en cuenta y Dios le dijo: “A este ungirás como rey porque este es conforme a mi corazón y hará todo lo que yo le mande”. Este muchacho fue sacado de un corral de ovejas y fue puesto a la cabeza de la mesa como rey de Israel. Aquel joven demostró que, con la unción divina, los demonios tenían que huir al tocar su instrumento; que con el poder del Todopoderoso no hacía falta ser grande y corpulento para matar a las fieras salvajes que querían destrozar las ovejas de su padre; que con fe y valentía era suficiente para derribar a un gigante. Demostró que con obediencia se ganan todas las batallas.

David fue ungido como rey y demostró que solo había que ser alguien conforme al corazón de Dios para tener éxito en todo lo que se realice dentro de la perfecta voluntad del Eterno. De esta misma manera debes pensar de ti mismo. Dios quiere realizar Su obra a través de ti, solo tienes que darle tu corazón y estar dispuesto a obedecerle. Ármate de valor, pon tu fe en marcha; permite que Dios dirija tus pasos como Su instrumento y te lleve a donde quiera realizar Su obra. No hace falta fuerza humana, ni hermosura exterior; sino el Espíritu Santo dentro de ti y el deseo de ser más como Jesús, igual que David, conforme al corazón de tu Creador.