Yugo desigual en el matrimonio: Desafíos y oportunidadesMuestra

EL MATRIMONIO NO ES UNA INSTITUCIÓN CRISTIANA EXCLUSIVAMENTE



No hay duda acerca de eso. Las relaciones "espiritualmente mezcladas" son una característica común en el panorama marital contemporáneo. Si eres un cristiano y estás casado con un no creyente esto es parte de tu diario vivir y sabes que es un asunto serio que merece cuidadosa atención y oración.



Tan significativas son las divisiones en pensamiento entre personas con mentalidad bíblica y no bíblica, que algunos asumen que sencillamente no es posible para los que no están al mismo nivel espiritual unirse en una relación de “una sola carne”. En su opinión, el único matrimonio “verdadero” es aquel en el que ambos cónyuges están sólidamente comprometidos con el Señorío de Jesucristo. Pero aun cuando esta perspectiva refleja preocupaciones genuinas sobre problemas reales y válidos, no es necesariamente la última palabra. Si vamos a entender, tratar, y resolver algunos de los retos enfrentados por las parejas “mezcladas espiritualmente”, vamos a tener que empezar por reconocer que, según las Escrituras, el matrimonio no es solamente una “institución cristiana”.



El hecho es que el matrimonio fue creado por Dios para el bien de toda la humanidad, independientemente de los compromisos espirituales de los participantes. El matrimonio, como el rayo del sol y la lluvia que cae sobre “justos e injustos por igual” (Mateo 5:45), es, de acuerdo a la mayoría de teólogos, parte de la “gracia común” que Dios ha derramado sobre la humanidad para el bien de toda la raza humana. Puede ser cierto que solo “en Cristo” el matrimonio puede alcanzar su máximo potencial. No obstante, es todavía beneficioso para los no creyentes de muchas maneras.



Esto sugiere que, si bien es altamente recomendable que un cristiano se case con otro cristiano, ambos cónyuges no necesariamente tienen que conocer a Jesús como Salvador y Señor para beneficiarse de las bendiciones del matrimonio y la familia. Esto es porque el matrimonio, como elemento fundamental del plan de Dios para toda la raza humana, es construido sobre principios eternos, inalterables y universales. Estos principios no “respetan las personas”. Ellos fueron establecidos en el principio por el Creador, y siguen siendo relevantes y aplicables a personas creyentes y no creyentes por igual.



Esta no es toda la historia, por supuesto. Una vez que hemos llevado la discusión hasta aquí, es importante dar un paso atrás y mirar al matrimonio en términos del “panorama general”. Cualquier creyente genuino sabe que la fe cristiana se preocupa por realidades espirituales eternas y preguntas profundas acerca del significado absoluto de la vida. Cuando miramos al mundo desde esta perspectiva, tenemos que admitir que, en el análisis final, nada realmente hace una diferencia o importa demasiado si no conoces al Señor. “El que tiene al Hijo, tiene la vida”, escribe el apóstol Juan; “el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Juan 5:12). Ese es el mensaje cristiano en pocas palabras, y se aplica al matrimonio tanto como a cualquier otra área de la vida.



Podemos resumir todo esto diciendo que el matrimonio es algo bueno para hombres y mujeres de todos los credos y creencias, pero que esto bueno puede convertirse en algo aun mejor cuando ambos cónyuges comparten el mismo entendimiento de su diseño y su compromiso inquebrantable con el Diseñador.