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Mi Relación Con DiosMuestra

Mi Relación Con Dios

DÍA 8 DE 8

Te cuento una historia:


Había una vez un jardinero que cuidaba con esmero su hermoso huerto. Un día, notó que algunos árboles nuevos habían crecido junto a los que ya estaban plantados. Al principio, todos lucían iguales, con hojas verdes y aparentemente saludables. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, comenzó a notar diferencias en los frutos que cada árbol producía.
Algunos árboles daban deliciosas y jugosas frutas, mientras que otros solo mostraban espinas y cardos. El jardinero estaba desconcertado y preocupado por aquellos árboles que no producían frutos buenos. Buscó respuestas y sabiduría, y fue entonces cuando recordó las palabras de Jesús sobre los falsos profetas y los árboles buenos y malos.
El versículo de Mateo 7:15-20 le habló claramente sobre la importancia de reconocer la verdadera naturaleza de las personas a través de sus acciones y frutos. Así como se distingue un buen árbol por sus frutos, también se puede identificar a la gente por sus acciones. Fue entonces cuando la verdad se hizo evidente: aquellos árboles que producían frutos malos eran, en realidad, impostores que se habían infiltrado en su huerto disfrazados como ovejas inofensivas.

Al reflexionar sobre esta historia, me doy cuenta de cuán relevante es este mensaje para mi propia vida. Si mi carácter no ha sido transformado, ¿cómo puedo afirmar que tengo una relación real con Dios? Las palabras de Jesús resuenan en mi corazón, recordándome que mi relación con Dios debe ser más que palabras y apariencias. Debe reflejarse en mis acciones, en la forma en que trato a los demás y en la calidad de los frutos que produzco.

Hoy, me comprometo a examinar mi vida y a ser más consciente de mis acciones y actitudes. ¿Estoy reflejando el carácter de Cristo en todo lo que hago? ¿Estoy produciendo frutos buenos en mi trato con los demás y en mi vida diaria?

Si encuentro áreas en las que necesito crecimiento y transformación, no me desanimaré. En cambio, buscaré una relación más profunda con Dios, permitiéndole que moldee mi carácter y me transforme en un árbol que da frutos buenos y sabrosos.

Que cada día sea una oportunidad para cultivar una relación auténtica con Dios y para dejar que su amor y su verdad se manifiesten a través de mis acciones y frutos. Que el mundo pueda ver en mí la evidencia de una vida transformada por el poder del Espíritu Santo. Así, mi relación con Dios será real y significativa, y mi vida será un testimonio vivo del amor y la gracia de aquel que me creó.

Preguntas de reflexión:

  • ¿Mis acciones y frutos reflejan el carácter de Cristo en mi vida?
  • ¿Qué cambios puedo hacer en mi vida para que mi relación con Dios se vea reflejada en la transformación de mi carácter?

Recuerda que una verdadera relación con Dios se manifiesta a través de la transformación de nuestro carácter. Los frutos del Espíritu Santo son una evidencia tangible de nuestra intimidad con Dios. Si deseamos tener una relación genuina con Él, debemos permitir que el Espíritu Santo trabaje en nosotros, produciendo frutos que reflejen el carácter de Cristo y nos lleven a vivir una vida que honre y glorifique a Dios.

Escritura

Día 7

Acerca de este Plan

Mi Relación Con Dios

Fortalece tu vínculo con Dios explorando su amor, orando con sinceridad y meditando en su Palabra. Descubre cómo cultivar una intimidad más profunda, entregando tus cargas y creciendo en gratitud. Encuentra inspiración p...

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Nos gustaría agradecer a Tu Iglesia por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.tuiglesia.org/

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