Introducción

Ordenar y limpiar profundamente los espacios que frecuentemente habitamos, como nuestra casa, la oficina, etc., son tareas que a menudo aplazamos ya que se requiere tiempo y atención para seleccionar adecuadamente las cosas u objetos que queremos desechar.

Aunque posterguemos las jornadas de organización y limpieza profunda, somos conscientes de que esta tarea debe realizarse en algún momento, de lo contrario podríamos convertirnos en personas acumuladoras. Los acumuladores tienen gran dificultad para deshacerse de sus pertenencias, sus espacios están siempre desordenados, sucios y casi son imposibles de habitar. También enfrentan grandes conflictos personales y afectación de sus relaciones familiares y sociales.

Al igual que en la esfera física, es necesario que frecuentemente programemos jornadas de limpieza en nuestra área espiritual, con el propósito de identificar y desechar aquellas cosas que nos contaminan y que se instalan en nuestras vidas de manera sutil, sin que hagamos conciencia de ellas (Isaías 1:16).

Este plan te ayudará a conocer lo que Dios establece sobre el orden y la limpieza espiritual. La Palabra de Dios nos instruye a que hagamos todo decentemente y con orden (1 Corintios 14:40). Ella es la ruta y la clave para ordenar nuestra vida y vivir conforme a Su voluntad y en esta tarea, el Espíritu Santo de Dios es la mejor compañía para guiarnos y para recordarnos siempre el camino por el cual debemos andar (2 Crónicas 7:16).

Bendiciones.