Día 11

En Mateo 2, vemos a un líder malvado y temeroso llamado el rey Herodes que desesperadamente quería destruir cualquier amenaza a su reinado. Escuchó la noticia de que Cristo había nacido a través de unos magos que viajaban desde el este. Los reyes magos querían adorar ellos mismos a este “Rey de los judíos”, así que le preguntaron a Herodes dónde podían encontrarlo.

A medida que sigas leyendo este capítulo, verás un plan magistral de utilizar a los magos para localizar a Jesús en Belén. Pero Herodes no tenía tales planes de adorar a este Jesús. Fue mentiroso y comenzó su caza.

“Cuando oyeron al rey, se fueron; y he aquí, la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose, le adoraron. Y cuando abrieron sus tesoros, le presentaron presentes: oro, incienso y mirra”.

Después de que los magos conocieron a Cristo, podrían haber cedido ante la presión del rey Herodes para regresar con la información del paradero de Jesús. Pero Mateo 2 dice que fueron “advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes”, y eso es lo que hicieron. Regresaron a casa por sus propios caminos, lo que inició el viaje de José y María para huir de Belén para proteger a Jesús de Herodes y su persecución asesina.

Históricamente, no sabemos mucho sobre estos magos. Hay muchas teorías sobre quiénes eran y de dónde vinieron, pero lo que podemos deducir de la lectura de este texto es que obviamente temían la “advertencia divina” más de lo que temían a este hombre, Herodes.

Cuando lo piensas, muchas de las decisiones que tomamos a diario se deben a que, en última instancia, tememos a Dios o tememos al hombre. Nos gustaría pensar que siempre tememos más a Dios y que no nos importa lo que piensen los demás, pero sabemos que eso no es cierto; a veces, las presiones sociales nos superan. La crítica del hombre puede ser hiriente y el aplauso del hombre puede ser estimulante. Si no tenemos cuidado, podemos vivir y morir por las palabras y afirmaciones de los demás.

Paso de acción: Cuando piensas en las presiones y el estrés que sientes en tu vida diaria, ¿vienen del hombre o de Dios? ¿A quién vives para complacer y honrar más? Si te parece que temes más al hombre que a Dios, arrepiéntete de ello hoy. Pídele a Dios que te recuerde en esta temporada navideña que Él es el Señor y gobernante de tu vida y de toda la creación. Medita en el versículo “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” (1 Juan 4:18) mientras oras hoy.