Adviento en familia de Infinitum: Semana 4Muestra

¡Las palabras están LLENAS de po-der (poderosas)! Las palabras equivocadas tienen el poder de lastimarnos, y las palabras adecuadas tienen el poder de sanarnos. Pensamos que las palabras son una parte normal de la vida —¡como un hecho!— pero las palabras viajan, las palabras tocan, las palabras son pegajosas, las palabras pueden crecer, y las palabras tienen mucho poder.

Seguro que, como yo, has dicho palabras para lastimar a otra persona y ¡descubriste que tus propias palabras te lastimaron a ti con solo decirlas! Pero seguro que también has usado palabras que viste tocar a alguien y hacerlo sonreír, sentirse mejor, y hacer que esa persona sea más tu amigo.

La mamá de Jesús (María) visitó a su prima antes de que Jesús naciera y su tía (¿recuerdas? Elizabet) hizo algo realmente hermoso cuando María llegó a su casa. Elizabet usó sus palabras para darle a María un verdadero regalo.

En nuestro pasaje de las Escrituras de hoy (en la siguiente pantalla), leerás las palabras de Elizabet a María. Y al hacerlo, verás que Elizabet fue increíblemente generosa con María con este "regalo". No siempre contamos con las palabras como opciones de regalo —pensamos más en cosas para regalar a la gente— pero si comenzáramos a pensar en nuestras palabras como una forma de ser generosos con las personas, esta Navidad, podría hacer que nuestra entrega de regalos pasará de un único día de desenvolver y ¡extender nuestra generosidad a lo largo de todo el mes!

¿Puedes recordar cuándo alguien te dijo palabras que se sintieron como un regalo?

¿Podrías explicar que significa que 'las palabras puedan crecer' después de haber sido escuchadas?

¿Puedes nombrar a 2 o 3 personas que podrían beneficiarse de tu generosidad con ellas con tus palabras?

¿Alguna vez has pensado que el acto de animar a otra persona requiere de valor? ¿Por qué crees que es así? ¿Hay algo que puedas hacer/pensar para ayudarte a tener el valor de animar a otros?

Pruébalo para ver cómo te va. Dedica un tiempo intencional contando a aquellos que están cerca de ti (en la escuela o en el hogar, etc.) cómo ves a Dios obrando en sus vidas. Por ejemplo: "Veo a Dios obrando en la forma en que eres tan bondadoso conmigo". ¡Tal vez incluso pruebes decir una palabra de agradecimiento a los extraños en la tienda de abarrotes! ¡Ambos actos de valentía ejercitan el músculo de la generosidad en nuestras vidas!