Encuentros Con Su GloriaMuestra

Elías fue usado por Dios como pocos hombres en la Biblia y su vida es recordada como realmente sobrenatural. Sin embargo, aun las personas más espirituales y con más trayectoria con el Señor, pueden pasar por valles. De hecho, Elías no es solo recordado por su vida llena de milagros, sino también por sus valles y depresiones.

En el pasaje de hoy, vemos que, aunque Elías había sido obediente al Señor, las cosas no estaban saliendo como él pensaba. La reina Jezabel quería matarlo y se sentía abandonado y solo. Después de levantar la voz y pedirle a Dios que le quitase la vida, entró en una cueva y allí…tuvo un encuentro con la gloria de Dios. No sabemos si era lo que estaba buscando, pero sí sabemos que fue sincero con el Señor. Derramó su corazón delante de Él y expresó, sin pelos en la lengua, cómo se sentía. Y Dios, en su misericordia, se encontró con él. No le condenó por su falta de fe, ni por su temor y ni siquiera le regañó por haber pedido morir, sino que quiso encontrarse con su amigo Elías.

Cuando pensamos en “encuentros con la gloria de Dios”, quizás pensamos en algo despampanante, pero así no fue el encuentro que tuvo Elías con Dios. De hecho, leemos acerca de tres señales poderosas en las que Dios no estaba. Dios no vino, y no suele venir a nuestras vidas, de la manera que esperamos. En el caso de Elías, Dios vino con un susurro apacible. Fue en este susurro que Dios hizo tres cosas en la vida de Elías: Le dio paz de que su vida estaría bien, le explicó los pasos a seguir y le dijo que, aunque se sintiera solo en su fe, todavía había siete mil hombres de su lado.

Así suele ser: Dios está haciendo siete mil veces más de lo que solemos imaginar, y estemos como estemos emocionalmente, está dispuesto a encontrarse con nosotros. Quizás no sea de la manera que esperamos, pero si le buscamos de todo corazón y somos sinceros, Él se encontrará con nosotros. ¿Sabes cuál fue la respuesta de Elías tras su encuentro con Dios? Se sacudió el polvo de las rodillas y siguió adelante. Dios le sacó del pozo más profundo con solo un susurro apacible y puede hacer lo mismo por ti hoy.