Confidencias Del AlmaMuestra

Canción de perdón y nueva vida
No hay dolor más profundo que el que el pecado nos causa. Y no hay libertad más intensa que la que se experimenta al sabernos perdonados. Así lo expresaba el Salmista David:
“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado!” (Salmos 32:1, NTV).
Sin embargo, muchos de nosotros seguimos escondiéndonos de Dios, al percatarnos de nuestro pecado; y nuestro escondite y silencio solo acrecientan el dolor, y agudizan nuestra situación.
La buena noticia es que la Palabra de Dios nos invita a confesarle a Dios nuestros pecados, a recibir Su perdón, y a continuar el camino en la nueva vida que solo Él nos puede brindar.
Santa confesión de lo pequeño,
lo diminuto;
casi invisible,
lo imperceptible.
Pues Tu presencia es sensible
a todo cuanto llevo dentro,
y si en lo supuestamente pequeño
guardo silencio… encubro… escondo…
¿A quién más, sino solo a mí, es a quien en realidad engaño?
Y si a Ti no lo traigo
para hallar perdón,
consuelo, libertad, descanso,
¿cómo llegaré a Tus pies cuando me percate
de que lo que ahora guardo, porque veo pequeño,
en realidad grande es, y más aún al paso del tiempo?
Desata entonces mi garganta,
hazme tragarme la vergüenza,
espanta aún la somnolencia,
con tal de que no lleve más a cuestas
mi pecado inconfesado.
Haz brotar de mis labios
todo cuanto está velado,
que por Tu sangre y sacrificio
todo queda perdonado
Santo Sumo Sacerdote,
que en todo fuiste tentado, más en Ti no se halló pecado,
recibe la confesión de este corazón contrito y humillado
que bien sabe que en tal condición
por Ti nunca será rechazado.
Amén.
Ante Dios, nada podemos esconder. En este día te invito a abrir tu corazón plenamente, sin tapujos ante tu Dios, y confesarle todas tus verdades, algunas de las cuales, tal vez, nunca has traído ante asu presencia. Sí, puede ser doloroso, más te invito a proseguir; y al finalizar, repasar los versos bíblicos del día, los cuales te acordarán la gracia de Dios sobre ti.
Oración:
Jesús, gracias por recibirme como estoy; porque en Tu regazo siempre hay lugar para mí. Perdóname por alejarme de Ti, por olvidarte, por tratar de intercambiar Tu eterna gloria, por vanidades que perecen. Y gracias por escuchar mi clamor, cuando solo se expresaba entre lágrimas, con gemidos ininteligibles. Amén.
Acerca de este Plan

Vivimos aprisa. El calendario persigue nuestra agenda y las alarmas del reloj marcan nuestros ritmos, aún nuestros descansos. Lo hacen hasta que el alma nos gime desde adentro, y nuestros cuerpos reclaman nuevos tiempos, en donde, en vulnerabilidad y sencillez ante Dios, entreguemos las confesiones de nuestra alma, diariamente. Te invito a visitar los recovecos de tu ser, a la luz de la Palabra, con pies descalzos.
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