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Hechizados

DÍA 7 DE 7




¿El enemigo me embrujó?

No hay convicción que tenga más embelesado al mundo hoy que la creencia de que no es responsable de nada. Nos seduce pensar que lo que sucede alrededor nuestro es puramente circunstancial y que nosotros, pasando por allí, nos convertimos en simples víctimas de cualquiera que sea el escenario de que se trate.

Para hacer el pack de la falta de responsabilidad aún más completo, cuando ya hemos procurado eludir de forma directa nuestra implicación en lo que quiera que sea y no hemos sido capaces de salir del todo indemnes, entonces aparece la búsqueda desesperada de alguien sobre quien podamos depositar las culpas.

Para esto solemos usar

  • al vecino más próximo,
  • a Dios mismo cuando la cuestión tiene suficiente envergadura (ahí, curiosamente, sí solemos reconocer que hay Alguien que sostiene el Universo y que, por tanto, tiene bajo Su control todo lo que en él pasa),
  • y en el caso de los creyentes, al que suele ser el comodín de cabecera: Satanás mismo.

Escribo estas letras y me parece volver al Edén. La seducción de lo prohibido y lo sensual, de lo reservado para que, como criaturas completas, podamos obedecer y conservemos el libre albedrío, pudiendo realmente escoger amar a Quien nos amó primero, nos atrae lo suficiente como para hacer lo que realmente queremos y, después, buscar culpables.

Ahora bien, no perdamos de vista que:

  • ni son los demás (falsos maestros, otras voces, o el mundo),
  • ni por supuesto es Dios mismo (que ni es tentado ni tienta a nadie),
  • ni muchas veces es Satanás quien está detrás de nuestros embrujos (aunque evidentemente esté encantado de lo fácil que se lo ponemos a veces para avanzar su reino de oscuridad).

Detrás de cada hechizo no siempre hay un hechicero externo. Solemos bastarnos solitos para acercarnos donde no debemos, y sustituir la cruz de Cristo y su salvación para nosotros por puros sucedáneos. Son los propios apetitos de nuestra vieja naturaleza (“concupiscencias”) los que nos atraen y seducen, llevándonos a dar a luz el pecado y la muerte asociada con él.

Cristo y Su evangelio, por contraste, resurgen de la muerte para vida, trayendo una nueva naturaleza a nosotros que nos permite vivir existencias distintas, ahora y en la eternidad. No hemos sido embrujados por Dios, sino cautivados por Su amor, alcanzados por Su misericordia, seducidos por su voz apacible, rescatados para libertad, y nunca más para esclavitud.

Esperamos que este Plan te anime. Explora otros recursos en www.lidiamartin.com

Día 6

Acerca de este Plan

Hechizados

Demasiadas cosas alrededor parecen fascinarnos y apartarnos de lo central: Cristo y Su cruz. ¿Cuántos falsos dioses alrededor nuestro confunden nuestros sentidos hasta el punto de tenernos como hechizados? ¿Por qué, habi...

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.lidiamartin.com/

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