El Camino del ReinoMuestra

Eres la luz del mundo

Sabemos que hay algo terriblemente mal con la cultura. Vemos los síntomas: racismo, división, violencia, tráfico de personas, adicción, soledad, etc. Buscamos significado y propósito, pero en su lugar encontramos disfunción, decepción y desilución. Miramos a los líderes de los gobiernos esperando encontrar justicia y ser rescatados de la pobreza y la esclavitud.

Nuestra cultura se ha vuelto narcisista y autoritaria. En otras palabras, el mundo se ama a sí mismo. El amor propio no puede curar las enfermedades de la humanidad, porque no puede escuchar y responder al lamento, consolar en el sufrimiento, estar presente en la pena y la soledad, ser de confianza en los problemas, ser un ancla en la desesperanza o ser un puente en la división. El amor propio no puede proporcionar compasión, bondad, comunidad ni descanso. La abnegación, la voluntad propia, la confianza en uno mismo y el autosacrificio no bastan. La visión y la pasión no bastan. 

El verdadero amor sacrificial debe ser la motivación y el fundamento. Este amor elimina todos los demás amores: el amor a uno mismo, el amor a la fama, el amor al éxito, el amor al dinero, el amor al poder y el amor al placer. Sin un amor al rojo vivo por Dios y por los demás, no podemos negarnos a nosotros mismos ni subyugar nuestro propio amor propio. Cuando tenemos un amor verdadero y apasionado por Dios, podemos entregar voluntariamente, sin rencor, nuestra vida por los demás.

El amor sacrificial de Cristo en y a través nuestro es el antídoto para lo que aflije a nuestra cultura. Debe ser la motivación que nos obliga a ser personas del Reino que responden en la forma del Reino. Cuando amamos como Jesús lo hace, estamos deseosos de sacrificarnos como Él lo hizo.

Estamos motivados por ese amor, empoderados por la gracia, y caminamos en una fe agresiva para dar la batalla del Reino contra las fuerzas oscuras que están esclavizando a la humanidad. Vivimos un estilo de vida del Reino, como Jesús lo hizo. Jesús y su Evangelio son la respuesta. Nosotros, su pueblo, poseemos la cura.

Eres la luz del mundo y la sal de la tierra. Estás lleno con el Espíritu Santo que te habilitará para tu tarea. Tu campo de misión es tu familia, tu vecindario y tu ciudad. A donde quiera que vas, la gente está esperando a ser sanada, liberada, animada con la Palabra de Dios y traída al Reino a través de la salvación. ¿Harás tu parte para servir al Rey y promover Su Reino? 

Adaptamos este plan de otra fuente. Aprende más en http://bakerpublishinggroup.com/books/the-way-of-the-kingdom/395660.