La Armadura de DiosMuestra

A lo largo de la historia de la guerra, una de las tácticas diseñadas para lograr la máxima disrupción posible fue la realización de asaltos sorpresa utilizando flechas en llamas. Estas flechas, encendidas en llamas en sus extremos, se movían por el aire hacia sus objetivos (como por ejemplo, los vagones de tela y las tiendas de campaña de un campamento militar), incendiándolo todo. 

Y hombre que si era efectivo. Si las suficientes flechas golpeaban los objetivos necesarios, toda la brigada de soldados estarían ocupados tratando de sofocar el incendio antes de que se quemara todo su equipo y suministros. Distraídos por las llamas, los hombres se volvían vulnerables al estar preocupados, demasiado distraídos para lidiar con cualquier siguiente ataque que su enemigo estuviera planeando. 

Las flechas flamígeras no estaban destinadas principalmente a matar o destruir, sino a distraer. 

Tu enemigo quiere distraerte, hermana. Para poder pillarte por sorpresa. Y escúchame, no está disparando indiscriminadamente sus flechas. Estás hecho a medida en su estrategia. Ha estudiado tus tendencias y hábitos, tus más profundos miedos y debilidades, y ha apuntado a esas áreas en particular. Sabe que no puede destruirte. Estás eternamente segura en Jesús. Pero tiene la intención de desviar tu atención encendiendo cualquier número de fuegos internos en tu vida, como la inseguridad, la intimidación, la ansiedad, la preocupación o el ajetreo. Quiere que estés desenfocada mientras él se escabulle por detrás. 

En Efesios 6, Pablo transmite el cinturón, la coraza y los zapatos como un uniforme espiritual que debe ser usado por los creyentes en todo momento. Minuto a minuto. Día a día. Pero en el caso del escudo de la fe, ordena que sea "tomado". 

Míralo de esta manera: Una enfermera podrá usar bata todos los días en el trabajo porque es su uniforme. Pero cuando sea necesario, cogerá un estetoscopio, una máquina para medir la presión sanguínea o cualquier otro instrumento para usar con su paciente. De la misma manera, siempre debemos usar nuestro uniforme diario, divinamente dado, pero también estar preparados para "tomar" los otros cuando sea necesario. 

La primera de estas piezas de armadura es el escudo de la fe. En el momento en el que sintamos por primera vez una flecha llameante infiltrándose de alguna manera en nuestra vida, activemos la fe como un escudo de protección sobre nuestras vidas. 

No te pierdas la ironía aquí. El enemigo envía flechas llameantes a tu vida específicamente cuando estás siendo llamado a caminar con fe. La intención deliberada de esas flechas es la de impedir que hagas lo único que tiene el poder de extinguirlas: ¡caminar con fe! La fe hace que las flechas ardientes se desvanezcan. 

¿Qué es lo que Dios te está pidiendo que hagas? ¡Que lo hagas! Con Fe.