Quédate con el cambio: Gestiona tu dinero con inteligencia Muestra

Si bien los consejos sobre presupuestos y el asesoramiento financiero son recursos fantásticos, a veces la vida nos trae cambios inesperados que no podemos esperar. Cuando eso sucede, nuestras finanzas se sienten fuera de control, causando estrés, ansiedad y una mentalidad de escasez. Shane y Lacey lo saben muy bien. Esta es su historia, y creemos que te alentará independientemente del estrés financiero que enfrentes: 

Perdimos todo como resultado de la crisis financiera de 2008. Gastamos todo el efectivo que nos quedaba. Cargamos todas las tarjetas de crédito. Vendimos todo lo que no era absolutamente necesario para la vida básica. Nuestra nueva casa se vendió en una venta corta y terminamos mudándonos con mis padres. Pero como resultado de este momento problemático, aprendimos muchas lecciones de vida. Aprendimos a vivir con menos dinero, con menos cosas y aún así ser felices. Y lo más importante, aprendimos a poner a Dios primero. A pesar de perderlo todo, nos encontramos inesperada y notablemente felices. 

Mi pastor, Craig Groeschel, ha hablado sobre cómo “menos es más”. Y esas palabras son ciertas. Menos cosas equivale a menos estrés y menos distracciones. Pude involucrarme realmente con mi iglesia. Fui a todos los eventos de hombres, me uní al equipo de adoración, asistí a un estudio bíblico e incluso comencé a dirigir la adoración para el ministerio de jóvenes. Aunque todavía luchábamos en muchas áreas, mi familia finalmente tenía nuestras prioridades en el orden correcto. 

En los años siguientes, nuestra situación financiera mejoró. Pero esta vez, una cosa era diferente. Teníamos una nueva perspectiva. Dios era nuestra primera prioridad. Empezamos a diezmar de nuevo, no porque se suponía que debíamos hacerlo, sino porque queríamos hacerlo. Y empezamos a dar a los demás también. Teníamos esa libertad porque confiábamos en que Dios, en su abundancia, nos daría todo lo que necesitábamos. De eso se trata tener una mentalidad de abundancia.

Ninguno de nosotros sabe cómo se verá afectado nuestro futuro financiero por la pandemia del coronavirus o cualquier crisis que venga después. Pero Dios no quiere que vivamos agobiados por el estrés financiero. Él nos llama a cada uno de nosotros a diezmar y dar a los necesitados, confiando en su capacidad de proveer para nosotros en cada situación que enfrentemos. No importa la lucha, él nos dará abundantemente todo lo que necesitamos.