Dinero e inversión con los Hermanos KwakMuestra

Invertir Parte 1

Yo no creo que sea una coincidencia que el tema del cual más hablo Jesús, aparte del Reino de Dios, fuese el dinero. Vemos a nuestro Señor continuamente trayendo lo que Él sabía que era verdadero: que el dinero afecta los corazones de las personas.

Hay una historia que Jesús comparte acerca de un hombre que se va lejos en un viaje lejano y confiar sus bienes a tres de sus siervos. Si estas leyendo esto, tú sabes cómo termina la historia. El mayordomo regresa. Él ve que los primeros dos siervos duplicaron el dinero que se les había dado (a uno se le había dado cinco talentos y al otro dos). El tercer ciervo, sin embargo, le dice al maestro que tenía miedo de perder el dinero, así que lo enterró hasta que el maestro regresó.

Ahora, déjame decirte que muchos asisten fielmente a la iglesia todos los domingos. Honran a Dios con sus labios, pero lamentablemente no repiten el sentimiento a diario con sus finanzas.

Cuando pensamos y actuamos basados en la escasez y el miedo, tendemos a retener lo que tenemos con tanta fuerza que nuestras manos comienzan a formar un puño. Y aunque Dios todavía nos ama y nos bendice por lo que Él es, independientemente de nuestras acciones, nos perdemos de estar alineados con nuestro Padre al tener la postura de una mano abierta. Jesús se encarnó sosteniendo todo con la mano abierta, hasta el punto de dar su vida por nosotros.

Hay un dicho que dice: "El miedo es una consecuencia de creer en una mentira". La fea verdad del asunto es que muchos de nosotros creemos mentiras relacionadas con nuestras finanzas. Una de esas mentiras es que nuestro Padre Celestial no proveerá para lo que necesitamos. Estoy seguro de que muchos de nosotros cantamos las palabras: “Todo lo que he necesitado, tu mano lo ha provisto”. Pero muchos nunca han experimentado la alegría de vivir el día a día sabiendo que es todo suyo.

El tercer sirviente hizo lo que hizo porque el miedo apretó sus manos en puños. Los animo hoy a alinearse con Dios. Tener la postura de las manos abiertas. Déjate guiar por Su Espíritu en el discernimiento. A Dios no le importa el dinero; Él se preocupa por ti. Recuerda, cuando se trata de administrar Sus recursos, estamos llamados a ser ríos que fluyen y no lagos estancados.