Crianza imperfectaMuestra

Soltar  

Podemos encontrar fe e inspiración en los padres que nos han precedido. Recibimos esperanza y aliento cuando el camino se pone difícil. Y cuando sentimos que no podemos continuar, nuestro Padre Celestial dice: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9 NVI). Por lo tanto, Su poder funciona mejor cuando estamos débiles. 

Una de las temporadas más desafiante en la crianza parental es cuando nuestros hijos se convierten en preadolescentes y continua en su adolescencia. En esta etapa podemos ver un cambio de actitud en ellos y sentimos que se alejan de nosotros. Pero ellos están haciendo exactamente lo que tienen que hacer para poder convertirse en adultos sanos, responsables e independientes. Entonces, ¿qué podemos hacer? Déjalos. 

Déjalos elegir desarrollar el músculo de tomar decisiones y experimentar las concecuencias. Si tu hijo de 10 años de edad quiere gastarse su mensualidad en dulces y no le queda dinero para la semana, déjalo. No es algo que cambiará su vida pero en el proceso aprenderá la lección. 

Déjalos hacer preguntas acerca de la fe. Todos los niños las tienen. Preguntan porque quieren. No tengan miedo de decir “no lo sé”. Ni tampoco tengan miedo de ir y averiguar. Pero sobretodo, escucha. Recuerda, nosotros también estamos tratando de aprender de nuestros hijos y saber lo que les motiva.

Déjalos fallar y aprender la lección. Esto puede ser un gran desafío para ti como padre.Tú tienes más experiencia y puedes ver con antelación las consecuencias que traerán sus elecciones. Pero, ¿cómo aprenderán si constantemente controlas sus resultados? Tal vez, el trabajo de verano requiere que empiecen a las 6:00 am. Si algunos días se quedan dormidos y lidian con las consecuencias les ayudarán a aprender una importante lección.

Soltar no significa rendirte ni que no intervengas. Hay un tiempo para eso, incluso con nuestros hijos adultos. Antes de hacerlo, pregúntate: "¿Es el resultado potencial de esto algo de lo que sería difícil recuperarse?" Si la respuesta es no, entonces guárdate tu opinión. Si la respuesta es sí, rechaza la petición de tu hijo o dile algo respetuosamente a tu hijo adulto. 

Lo importante es que desde el momento que nos convertimos en padres, tenemos que empezar el proceso de soltar. Y eso lleva su tiempo. Esto va en contra de nuestra naturaleza humana ya que siempre vamos a querer proteger y resguardar a nuestros hijos de los problemas. Pero nuestro lema como padres debería ser “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 NVI). A menudo, las luchas producen resultados asombrosos. Tanto en nosotros como en nuestros hijos.