Sabiduría de las historias del Antiguo Testamento Muestra

Natán reprende a David 

La historia bíblica del rey David en 2 Samuel 11, está llena de conmoción, controversia y pecado. Mientras leemos, podemos ver la catástrofe a una milla de distancia y nos damos cuenta de que queremos gritar: "¡Oye, David, no la mires! ¡Ella está casada! ¡Esto no va a salir bien! " Pero, todo lo que podemos hacer es ver cómo se desarrolla la historia y ver la cantidad de vidas arruinadas debido al acto egoísta de un hombre. El encuentro de David con Betsabé podría haberse evitado si hubiera estado en el lugar correcto en el momento adecuado. 

Cuando estamos inmersos en nuestro pecado, a menudo es difícil para nosotros reconocer que estamos ahí, porque estamos muy metidos en él. Y ahí es exactamente donde nuestro enemigo espiritual quiere que permanezcamos. Él es el padre y autor de todas las mentiras, entonces ¿por qué no querría que nos quedemos viviendo en el pecado? Aquí es donde es importante tener a las personas adecuadas en nuestras vidas. 

El rey David tuvo un hombre lleno de Dios en su vida, llamado Natán. Natán fue un profeta y le dijo la verdad a David. Él vio cómo se desarrollaba la situación con Betsabé y reconoció que David estaba completamente engañado. Natán tuvo que hacer algo para llamar su atención, así que le contó una historia (2 Samuel 12: 2-4). Mientras Natán se la contaba, David ardía de ira y quería que el hombre pagara por sus acciones. Y en ese momento, Natán respondió, “¡Tú eres ese hombre!” Continuó y varios versículos después, David respondió, “He pecado contra el Señor” (2 Samuel 12:13).

La parte hermosa de esta terrible historia es que David no se puso a la defensiva ante la reprimenda de Natán. Él no puso excusas, ni tampoco actuó como si no fuera gran cosa. Natán trajo el pecado a la conciencia de David, él reconoció su pecado y se arrepintió ante su Dios. 

Todos nos metemos en situaciones en las que no deberíamos estar. A veces, nos volvemos perezosos tanto espiritual como moralmente y nos encontramos en un camino en el que nunca deberíamos haber estado. Otras veces, nos sumergimos de cabeza en el pecado y disfrutamos cada minuto de él. Independientemente de cómo pecamos, a menudo hacemos cosas que nunca pensamos que haríamos. Es importante que no vivamos en pecado. Y la mejor manera de evitar esto es tener a las personas adecuadas en nuestras vidas. 

Amigos que no tienen miedo de decir nuestro pecado.

Amigos que nos ayudarán a tomar decisiones honorables.

Amigos que oran por nosotros y con nosotros.

Amigos que no siempre están de acuerdo con nosotros.

Amigos que apoyan nuestro matrimonio y familia. 

Amigos que nos desafían a ser más como Jesús.

Necesitamos influencias llenas de Dios en nuestras vidas, porque hay una gran escasez de ellas. La sociedad está llena de influencias incorrectas, por lo que debemos asegurarnos de que las personas que hablan más alto en nuestras vidas sean personas con un carácter fuerte y piadoso y una brújula moral basada en la Palabra de Dios.