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Una gota en un cubo de agua

Por S. George Thomas

Taylor oyó por primera vez sobre Latas para África mientras servía en el concejo de liderazgo en la Universidad de Oklahoma Central durante su primer año de universidad. Un hombre de Kenya llamado John Kipsitet llegó a hablar con el grupo sobre Latas para África—una organización iniciada por él mismo porque quería hacer algo para ayudar a los niños de África que son afectados por el SIDA. Su deseo era recaudar dinero para construir un refugio, una clínica y una escuela para los huérfanos de África.

El concepto detrás de Latas por África nació cuando John visitó los Estados Unidos y vio latas vacías en la basura en todos los lugares que iba. Estaba estuefacto por lo que vio, porque en África, las latas son muy valiosas. Nunca verás una lata en el suelo o la basura, porque para las personas eso representa dinero. John se dio cuenta de que si las personas solo recogieran las latas y las llevaran al centro de reciclaje, podrían recaudar dinero y tener un impacto eterno en las vidas de millones de niños afectados por el SIDA en África.

Cuando Taylor oyó la visión de John, se sintió empujado a actuar. En ese momento, Latas por África no era mucho más que la visión de un hombre, y John había venido al concejo de liderazgo de la Universidad de Oklahoma Central para pedir ayuda. Mientras John hablaba, Taylor recordó las palabras que Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” (Mateo 5:46). Se dio cuenta que Jesús no hizo cosas por los demás basándose en lo que podría obtener de ellos; lo hizo por el desbordamiento Su corazón.

Retado a salir de su zona de confort, Taylor decidió involucrarse. Lo asignaron como presidente responsable de supervisar el proyecto Latas por África. Se dio a la tarea de obtener el apoyo de organizaciones creando miles de volantes y difundiendo la noticia tanto como pudo. Y juntos, Taylor y John han recaudado 20 mil dólares recolectando casi un millón de latas de aluminio.

¿Qué significa una lata para ti? Tal vez nada en absoluto. No es nada más que una gota en el cubo de agua. Pero para las vidas de los que son impactados por Latas por África, una lata puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

La Biblia nos cuenta la historia de un chico que no tenía mucho, pero entregó lo que tenía en las manos de Jesús, y como resultado, miles de personas fueron alimentadas.

Jesús había estado enseñando y sanando personas todo el día, pero ya se estaba haciendo tarde y las personas comenzaban a tener hambre. Los discípulos, no queriendo tener que enfrentarse a una turba hambrienta de al menos diez mil personas, vinieron a Jesús a pedirle que enviara a las personas a casa para que pudieran alimentarse. Pero en lugar de seguir su consejo, Jesús les dijo a sus discípulos que alimentaran a las personas. Los discípulos estaban pasmados. No había forma en que ellos pudieran obtener suficiente comida para alimentar a un grupo tan grande. ¡Tendrían que trabajar por un mes para juntar suficiente dinero para dar a cada persona un pedacito de pan!

Los discípulos caminaron entre la gente sin mucho entusiasmo, preguntando si alguien había traído consigo comida. El hermano de Pedro, Andrés, se topó con un chico que había traído su almuerzo para escuchar a Jesús ese día. No sabemos mucho sobre el chico. No sabemos su nombre, su edad, ni de dónde era. Lo que sí sabemos es lo que hizo … entregó su comida—todo lo que tenía—a Jesús.

No era mucha comida. Apenas eran cinco panes y dos pequeños peces. No llegaba a ser más que una gota en un cubo de agua comparado con lo que necesitaban para alimentar a una multitud de cinco mil hombres hambrientos, además de sus esposas e hijos. El chico probablemente dudaba de ofrecer su comida. Al enfrentar una necesidad tan grande, debe haber parecido diminuto. Sin embargo, el chico entregó su comida de dos peces y cinco panes. No tomó la decisión de entregar su comida a Jesús porque fuera lógica o práctica; la hizo basada en fe.

Jesús tomó los peces y el pan y dio graicas a Dios por la provisión, y se los dio a Sus discípulos para que lo repartieran entre la multitud. Los discípulos se vieron los unos a los otros confundidos, se encogieron de hombros y luego obedecieron a Jesús aunque probablemente pensaron que había enloquecido. Mientras entregaban los panes y los peces, algo milagroso sucedío. ¡Mientras más comida entregaban, más comida seguía apareciendo! ¡No sólo fueron capaces de alimentar a todos en la multitud hasta que estuvieron satisfechos, sino que pudieron recolectar doce canastos llenos de lo que había sobrado!

Para la gran mayoría, cinco panes y dos peces o una lata de aluminio son totalmente insignificantes. Es una gota en un cubo de agua inmenso. Pero una gota en las manos de Dios es más que suficiente para alimentar a una multitud de más de diez mil personas o construir un refugio, una clínica y una escuela para huérfanos en África.

¿Qué hay de ti? ¿Darás todo lo que tienes—aunque te parezca que es una gota insignificante en un cubo de agua—y lo entregarás en las manos de Dios? Si estás dispuesto, Dios puede tomar lo que le des y usarlo milagrosamente para darle gloria a Él.

Toma mi vida, Señor, consagrada te la doy; … Toma aun mi corazón, y haz en él Tu trono hoy;
~ Frances R. Havergal

Versículo de memoria

"Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." Mateo 20:26–28