20/20: La visión de Dios para mi vidaMuestra

Superando el temor
Por Jan Greenwood
Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. Salmos 27:3
La enfermera entró volando a la habitación de quimio y me entregó un papel con los resultados de mi examen semanal de sangre. “Esto parece estar bien,” ella dijo. Yo le respondí con las mismas exactas palabras que digo cada vez que me lo da: “Eso es porque estoy bien.” Mientras relojeaba el papel para confirmar, pude leer los resultados. Allí, un ardiente dardo de temor perforó mi corazón.
Según 1Juan 4:18, el temor es un espíritu tormentoso que nos amenaza con el castigo. Viene de varias formas—desde intimidación al castigo hasta tortura. A él le encanta crear confusión y se alimenta de la duda. Se presenta a sí mismo como poderoso y absorbente, y nunca muestra piedad.
Fue en junio de 2009 que el cáncer me llamó por mi nombre por primera vez. Desde ahí, tuve varias peleas con el temor. Tuve que aprender como alinear mis ideas, mis acciones, y mi cuerpo con las promesas y el carácter de Dios para mantener la paz, caminar en fe, y recibir mi sanidad. Yo aprendí de primera mano que la palabra de Dios es la única cosa que es más fuerte que el temor a la muerte.
Cuando te diagnostican con una enfermedad seria, hay un primer momento de incredulidad, seguido rápidamente por un primer embate de temor. Te enfrentás con decisiones críticas e invasiones a la privacidad. Debes decidir tu plan de acción basado en la retroalimentación de extraños que pueden tener o no los mejores intereses en el corazón. Cada decisión se siente como un peligro de vida, y cada día trae una nueva concientización de la seriedad de la situación.
La historia de Josué nos muestra que Dios entiende cuan miedosos e intimidados estamos cuando la amenaza de morir está cerca. El primer capítulo de Josué empieza inmediatamente después de la muerte de Moisés. Josué, quien ha sido la mano derecha de Moisés, se enfrenta con el desafío de liderar al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Estoy segura que él estaba luchando con el temor, y puedo sentirme completamente relacionada. Cuando escuché por primera vez la palabra “maligno” sentí un puño en el estómago. Pero Dios comienza el diálogo con Josué mirando a la muerte directo a la cara y quitándole su veneno: “Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, tú y todo este pueblo, prepárense” (Josué 1:2). Dios no insiste en la pérdida de Moisés. En cambio, Él le recuerda Su promesa y, le da una lista de instrucciones para superar el temor, que aplica también para cada uno de nosotros.
Primero, Dios le dice a Josué dos veces seguidas que sea valiente y muy valiente (Josué 1:6–7). Dios requirió una respuesta de fe—una acción—de Josué. Él no lo hizo valiente. Élle encomendó ser valiente. Josué tenía que elegir obedecer y tomar coraje.
Después, Dios instruyó a Josué a recordar Su Palabra (Josué 1:8). La palabra de Dios tiene todas las respuestas a nuestras preguntas sobre sanidad y como superar el temor a la muerte. Él expuso claramente Sus planes (de salud y larga vida), Su corazón (Sus deseos para con nosotros), y Su provisión para que podamos obtener la promesa personal de sanidad (por Sus llagas somos sanados).
Dios resume Sus dichos exhortando a Josué por vez final a ser fuerte y valiente; sólo que está vez también le dice que no tema o desmaye porque Él prometió estar con Josué y el pueblo de Israel en dondequiera que vayan (Josué 1:9). Para estar de acuerdo y cooperar con Dios, tenemos que estar en desacuerdo con nuestro temor y confiar en que Dios siempre está con nosotros.
Como con Josué, cuando enfrentamos una situación seria —ya sea una amenaza de una enfermedad letal, una relación perdida, duelo o sufrimiento —Dios nos llama a creer en Sus promesas. Tenemos que tomar coraje y resistir el temor para cruzar a una tierra prometida de sanidad y restauración individual.
A pesar de la evidencia de la palabra de Dios, muchos de nosotros a menudo estamos temerosos de creer en sanidad. No creemos que Dios es bueno o está deseoso de sanarnos. Algunos, estamos aterrorizados de ser decepcionados y fallamos en agrandar nuestra fe y ejercitar obediencia. Otros, empezamos la batalla fuertes pero perdemos nuestro momento porque el temor habita en los rincones de nuestras mentes y día a día se roba un trozo de nuestra fe.
A veces, escuchamos más a nuestros síntomas que a la voz de Dios. Un cuerpo lastimado, tratamientos agotadores y varios exámenes simplemente gritan enfermedad tan fuerte que creemos esa mentira. Muchos de nosotros no podemos dejar atrás nuestras experiencias. Vemos un amigo o un familiar sufrir y morir y la decepción tapa como una gran montaña nuestra esperanza y fe. Saltar a través de lo que es “malo” para creer que Dios "es bueno” se convierte en un obstáculo aparentemente insuperable para nosotros. De todos modos, si no aprendemos a superar el temor, caminaremos en una constante ansiedad y frustraremos el plan de Dios para traernos sanidad y victoria.
Yo entiendo que creerle a Dios y elegir ser fuerte no es fácil, tampoco significa que nunca tendremos dudas o temor. Simplemente, significa que vamos a obedecer al enfrentar grandes obstáculos, síntomas e intimidación. Eventualmente, va a venir una temporada donde podamos descansar completamente en la esperanza que depositamos en Dios, rendir el resultado a Él y confiar en Su fidelidad antes que la manifestación de nuestra sanidad. Sabemos que si somos o no sanados en esta vida, Dios es fiel. Cuando diligentemente cuidamos nuestros corazones del temor y nos agarramos fuerte a la promesa de Dios, seremos recompensados con paz y esperanza.
Ese día en la habitación de quimio trajo una semana o dos de mucha inestabilidad. Tuve que buscar a mi esposo y amigos, confesando mis pensamientos y pidiendo oración una y otra vez. Tuve muchas escaramuzas como esta y siempre elegí seguir la receta de Dios para Josué: tomé coraje. Me paré en la palabra de Dios. Y usé Sus promesas de cuidar diligentemente mi corazón y restaurarlo contra el temor. Mientras persevero, me lleno de la paz de Dios.Tal vez, tendré algunas abolladuras o hematomas, pero no estoy derrotada.
Me encanta lo que dice David en el Salmo 27:3, “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” No importa cuantas veces el temor venga contra nosotros, podemos mantener nuestra confianza y paz creyendo Su promesa a Josué y a nosotros: “Así como estuve con Moisés, voy a estar contigo; nunca te dejaré ni abandonaré.”
Tú ganas fuerza, coraje y confianza cuando te confrontas con tu temor. Puedes decirte a ti mismo, “Sobreviví a este horror. Ahora puedo pasar a lo próximo que venga”. Debes hacer las cosas que crees que no puedes hacer.
~ Eleanor Roosevelt
Versículopara memorizar
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.Isaías 53:4–5
Escritura
Acerca de este Plan

Dios quiere que cada uno de nosotros sea salvado, sanado, libre, disciplinado, equipado y servicial. Únete a este devocional de siete semanas para ayudarte a recorrer cada una de estas áreas en tu vida. Nuestro deseo es que descubras y comiences a cumplir la visión de Dios para tu vida en todos sus aspectos.
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