Abraham: el padre de la fe

Por Danny Saavedra

"Si eres de Cristo, entonces eres simiente de Abraham y herederos según la promesa". Gálatas 3:29 (NVI)

Como vimos ayer, Dios creó un universo perfecto. En el sexto día, creó para sí mismo hijos a su imagen y semejanza, la joya de la corona de su creación. Entonces las cosas salieron terriblemente mal cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios y trajeron el pecado y la muerte al mundo. Pero este no fue el final de la historia. Dios tenía un plan. Verás, con la llegada de la muerte, nuestro Dios maravilloso y misericordioso también dio la promesa de vida.

En Génesis 3, Dios explicó cómo pasaría todo: las mujeres experimentarían dolor y trabajo de parto para traer nueva vida al mundo. . . pero una nueva vida vendría . Y esa nueva vida produciría un día una Simiente que aplastaría la cabeza de la serpiente malvada (Génesis 3:15). Con respecto a esta revelación, John Gill escribió: “El Mesías, la simiente eminente de la mujer, heriría la cabeza de la vieja serpiente el diablo, es decir, lo destruiría. . . romper y confundir todos sus planes, y arruinar todas sus obras, aplastar todo su imperio, despojarlo de su autoridad y soberanía, y particularmente de su poder sobre la muerte, y su tiranía sobre los cuerpos y almas de los hombres; todo lo que hizo Cristo, cuando se encarnó ”.

Hoy, exploraremos al hombre de fe a través de quien Dios eligió para producir la Simiente prometida. Su nombre era Abraham, conocido cariñosamente como el padre de la fe. En este momento, es posible que te estés preguntando: "¿Por qué eligió Dios a Abraham?" "¿Qué tenía de especial?"

Se nos presenta por primera vez a Abraham, un descendiente de Sem, en Génesis 12. Aquí, Dios le instruye a empacar y dejar atrás su hogar y todas sus comodidades, desarraigar a su familia y viajar a una tierra extranjera. Curiosamente, a Abraham ni siquiera se le dijo qué tierra. Dios le dijo que "vaya a la tierra que yo le mostraré" (Génesis 12: 1 NTV). Pero junto con este llamamiento colosal vino una promesa: “Te convertiré en una gran nación. . . Todas las familias de la tierra serán bendecidas por ti ”(Génesis 12: 2–3 NTV). Y es en este momento donde vemos la razón por la que Dios lo eligió.

No fue porque Abraham fuera especial, talentoso o justo. Dios eligió a Abraham porque sabía que Abraham obedecería . John McArthur escribió: “Tan pronto como entendió lo que Dios estaba diciendo, comenzó a empacar. Fue obediencia instantánea. Puede haber sido necesario varios días, o incluso semanas o meses, hacer los preparativos finales para el viaje, pero en su mente ya estaba en camino. Desde entonces, todo lo que hizo giró en torno a obedecer el llamado de Dios ".

Santiago 2:23 (NTV, énfasis agregado) nos dice: “'Abraham creyó a Dios, y Dios lo contó como justo por su fe . incluso llamado amigo de Dios ". A los 75 años, Abraham respondió al llamado de Dios y salió con su familia. Lo interesante acerca de la promesa de Dios de convertirlo en una gran nación y bendecir al mundo entero a través de la descendencia de Abraham fue que Abraham y su esposa Sara tuvieron <×n descendencia. ¿Cómo haría Dios una gran nación con un anciano sin hijos y su esposa? ¡Bien, Abraham se preguntó lo mismo! Entonces, Dios reveló Su plan y le dijo a Abraham que tendría un hijo y que eventualmente sus descendientes superarían en número a las estrellas. ¿Y adivina qué? A pesar de las probabilidades, a pesar de la lógica y las circunstancias, ¡Abraham le creyó a Dios!

La historia de Abraham nos enseña nuestro papel en el plan de salvación de Dios. No es trabajo, sino fe y adoración. En Génesis 12, Abraham recibió la promesa por fe e inmediatamente después construyó un altar, un lugar de adoración. ¿Por qué? Porque entendió muy claramente que ni su posición correcta ante Dios ni las promesas que Dios le hizo dependían de quién era o lo que hacía, sino de la fidelidad de Dios.

A medida que avanza el día de hoy, recuerda que hay poder en adorar a Dios por todo lo que Él es y la fuerza que Él te da. Como vemos con Abraham, no se trata de lo que podemos hacer, sino de lo que Él ha hecho. Entonces, cree en Sus promesas y adóralo, porque “todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que fueron bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo. . . Y si ustedes son de Cristo, entonces son linaje de Abraham y herederos según la promesa ”(Gálatas 3: 26-27, 29 NKJV).