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JEFE DE LOS PECADORES

Si hubiese un hombre que mereciera estar orgulloso de «este trabajo de la iglesia», era el apóstol Pablo. Sin embargo, se dio cuente que él, y todos nosotros, necesitamos una revisión sobre la realidad. No importa lo que hagamos, seguimos necesitando la miseriordia y gracia de Dios. No podemos arrebatar nada a Dios y nuestros esfuerzos nunca nos salvarán o a nuestros hijos. Sin embargo, esta verdad hizo a Pablo regocijarse porque el evangelio que el predicaba esta disponible a todo el que confía en Cristo, sin importar sus contribuciones (1 Tim. 1:15). De hecho, él pensaba que si Cristo podía salvar a un hombre que se etiquetaba a sí mismo como jefe de pecadores, entonces Su gracia era suficiente para nosotros. La humildad de Pablo era un gran ejemplo. Observa que Pablo no dijo «de los cuales yo era el peor», sino «de los cuales y yo soy el peor».

Cuando empezamos a sentirnos orgullosos de nuestros logros, miremos a Pablo y descansemos en la gracia de Dios. ¡Su gracia es suficiente!