Guía tu mente, guarda tu corazón y cuida tu lenguaMuestra

Como seres humanos, todos tenemos la capacidad de aceptar o rechazar a otra persona; mostramos nuestra aceptación con las palabras que pronunciamos, así como con nuestras acciones. En realidad, el anhelo de ser simplemente aceptado es uno de los deseos humanos más profundos. Anhelamos que Dios nos acepte tal como somos, y esperamos desesperadamente que el Señor se llene de misericordia y compasión hacia nuestras debilidades y fracasos. 

Así como anhelo que Dios me acepte y me extienda Su bondad y misercordia en mis peores momento, necesito recordarme con frecuencia que la aceptación incondicional es lo que los demás también anhelan recibir de mi. Mi familia, mis compañeros de trabajo, y en mi grupo de amigos simplemente desean ser aceptados, que se les muestre el perdón incluso cuando no lo merecen y extender compasion y gracias. ¡Qué glorioso y hermoso regalo puede ser aceptado! 

Recuerda, que cuando nos aceptamos los unos a los otros, ¡damos la gloria a Dios el Padre! Creo que Dios coloca estrategimente a personas problemáticas en nuestra vida para fortalecer nuestro músculo del amor. El sabe que hay ciertas personas que necesitan más de Jesús, y por eso confía en ti para ministrar sus vidas inestables.

La aceptación es una emoción fundamental en nuestra relación con Jesús, y gobierna toda nuestra relación con los demás. Recuerda siempre, con alegre anticipación que tu amable aceptación de una persona desafiante en tu vida puede ser todo lo que se necesita para llevarla a Jesús.

Aplicación Personal: ¿Cómo responde tu alma a las personas problemáticas o difíciles, a diferencia de tu espíritu? ¿De qué manera permites que tu espíritu controle tu alma en esas ocasiones?