Devocional de 21 días de ayuno y oraciónMuestra

¿De qué tienes hambre? Probablemente no es una pregunta divertida después de ocho días de ayuno, pero es una pregunta importante que debes responder. El ayuno es todo apetito. No se trata de hacer una lista de todos los alimentos que se te antojan, sino de decidir de qué tienes más hambre.

El escritor de Hebreos dice: “Ten cuidado del síndrome de Esau: sacrificar el regalo de Dios para toda la vida para satisfacer un apetito a corto plazo” (Hebreos 12:16, MSG).

La historia de Esau es una de las historias más tristes de la Biblia. En Génesis 25, leemos que un día Esau llegó a casa, hambriento por la caza, solo para ver que su hermano, Jacob, habia hecho un guiso. Esau le exigió a Jacob que lo alimentará. Jacob le respondió ofreciéndole un intercambio: Jacob le daría a Esau su guiso, si Esau le daba a Jacob su primogenitura (nota: el derecho de primogenitura era el derecho a la herencia y al liderazgo espiritual de la familia). Aquí está la parte loca, Esau le dio a Jacob lo que le pidió. Parece muy extraño que Esau sacrificara algo tan valioso por un plato de sopa, pero él no es el único que ha entregado la bendición de Dios por anhelar algo menos.

Hay algunas bendiciones de Dios que nunca recibiremos a menos que destronemos a lo que el comentarista de la Biblia, Matthew Henry, llamó: “Rey Estómago”. 

Entonces, ¿de qué tienes hambre? ¿Qué es más importante para ti que lo que tu estómago anhela? El ayuno es todo apetito.