Mosaico de devocionales para la Cuaresma sacados de la Santa Biblia.Muestra

Ayuno con propósito (Clyde Taber)
Ayunar es una palabra extraña para nuestros oídos. La pasamos por alto, la evitamos y la rechazamos. Nos apartamos de ella tan cautelosamente como los líderes religiosos pasaban por al lado del hombre herido en la parábola de Jesús, a pesar de que el ayuno era parte del ritmo y el fluir de la vida en la Iglesia primitiva.
Jesucristo afirmó y reafirmó la práctica del ayuno en el Antiguo Pacto: «cuando des a los necesitados» (Mateo 6:2 NVI), «cuando oréis» (Mateo 6:5 LBLA), «cuando ayunéis» (Mateo 6:16 LBLA). Esto es lo que enseñó en el monte. Jesús asumió que dar, orar y ayunar eran partes normales de la vida espiritual. No son optativas, sino que forman parte de la enseñanza nuclear en el colegio de Cristo.
El ayuno precedió grandes sucesos importantes en la historia humana: después de que Moisés ayunó, recibió las tablas que cambiaron nuestro conocimiento del pecado y el sentido de lo correcto del mundo (Éxodo 34:28); después de que Jesús ayunó lopa empezó a llenarse con el vino del Nuevo Pacto (Mateo 4:2); después de que los lideres de la Iglesia primitiva ayunaron el movimiento de Jesús explotó más allá de las fronteras de Palestina (Hechos 13:2); la Iglesia del siglo XX en Asia ayunó y ahora crece con tasas sin precedentes. Al Padre le encanta recompensar a aquellos que ayunan con un corazón puro (Mateo 6:18).
Ayunar precede un propósito de modo que el propósito debe preceder el ayuno también. Cuando ayunamos, debemos considerarlo como un tiempo de «echarse a un lado» para poder «continuar». Nos abstenemos de la comida por un tiempo para enfocarnos mejor en Cristo y su Reino. El ayuno requiere determinación y dedicación, ya que nos tomamos un tiempo para salir de la autopista de nuestras ocupadas vidas. Ayunar es más beneficioso cuando lo acompañamos con una búsqueda, un sacrificio y una siembra centradas en el Espíritu en lugar de en la carne. Cuando comemos, satisfacemos la carne; pero cuando ayunamos, vamos más allá de la carne hacia la esfera del Espíritu.
El provecho en el ayuno no se alcanza rápidamente, sino que es una práctica que está relacionada con el tiempo y la experiencia. Cuando Nuevo Testamento ramos en una temporada de ayuno, el Señor nos da gracia. Por un momento nos recuerda la muerte y entonces el Espíritu traduce la ausencia de comida en un sentido de vida, luz y discernimiento.
Así como Jesucristo fue deliberado en su viaje a Jerusalem, debemos seguirle en esta práctica. No «si ayunas», sino «cuando ayunes».
Ayunar es una palabra extraña para nuestros oídos. La pasamos por alto, la evitamos y la rechazamos. Nos apartamos de ella tan cautelosamente como los líderes religiosos pasaban por al lado del hombre herido en la parábola de Jesús, a pesar de que el ayuno era parte del ritmo y el fluir de la vida en la Iglesia primitiva.
Jesucristo afirmó y reafirmó la práctica del ayuno en el Antiguo Pacto: «cuando des a los necesitados» (Mateo 6:2 NVI), «cuando oréis» (Mateo 6:5 LBLA), «cuando ayunéis» (Mateo 6:16 LBLA). Esto es lo que enseñó en el monte. Jesús asumió que dar, orar y ayunar eran partes normales de la vida espiritual. No son optativas, sino que forman parte de la enseñanza nuclear en el colegio de Cristo.
El ayuno precedió grandes sucesos importantes en la historia humana: después de que Moisés ayunó, recibió las tablas que cambiaron nuestro conocimiento del pecado y el sentido de lo correcto del mundo (Éxodo 34:28); después de que Jesús ayunó lopa empezó a llenarse con el vino del Nuevo Pacto (Mateo 4:2); después de que los lideres de la Iglesia primitiva ayunaron el movimiento de Jesús explotó más allá de las fronteras de Palestina (Hechos 13:2); la Iglesia del siglo XX en Asia ayunó y ahora crece con tasas sin precedentes. Al Padre le encanta recompensar a aquellos que ayunan con un corazón puro (Mateo 6:18).
Ayunar precede un propósito de modo que el propósito debe preceder el ayuno también. Cuando ayunamos, debemos considerarlo como un tiempo de «echarse a un lado» para poder «continuar». Nos abstenemos de la comida por un tiempo para enfocarnos mejor en Cristo y su Reino. El ayuno requiere determinación y dedicación, ya que nos tomamos un tiempo para salir de la autopista de nuestras ocupadas vidas. Ayunar es más beneficioso cuando lo acompañamos con una búsqueda, un sacrificio y una siembra centradas en el Espíritu en lugar de en la carne. Cuando comemos, satisfacemos la carne; pero cuando ayunamos, vamos más allá de la carne hacia la esfera del Espíritu.
El provecho en el ayuno no se alcanza rápidamente, sino que es una práctica que está relacionada con el tiempo y la experiencia. Cuando Nuevo Testamento ramos en una temporada de ayuno, el Señor nos da gracia. Por un momento nos recuerda la muerte y entonces el Espíritu traduce la ausencia de comida en un sentido de vida, luz y discernimiento.
Así como Jesucristo fue deliberado en su viaje a Jerusalem, debemos seguirle en esta práctica. No «si ayunas», sino «cuando ayunes».
Escritura
Acerca de este Plan

Este devocional diario a través de los 46 días que dura la Cuaresma, adaptado desde la Santa Biblia: Mosaico, reune citas, lecturas y las Escrituras para ayudarte a que puedas enfocar tu mente en Cristo. Sea que no sabes de qué trata el tiempo de la Cuaresma o la haya estado practicando, así como el año eclesiástico durante toda tu vida, apreciarás las lecturas de la Escritura y la percepción devocional de cristianos de todo el mundo a lo largo de la historia. Acompáñanos y a la iglesia global para enforcarnos en Jesús a lo largo de las semanas que llevan a la Pascua.
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Nos gustaría dar las gracias a Tyndale House Publishers por su generosidad al proporcionarnos Mosaico de devocionales para la Cuaresma sacados de la Santa Biblia. Para obtener más información sobre el Moisaico de la Santa Biblia, visita: www.tyndale.com/p/holy-bible-mosaic-nlt/9781414322056
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