Mosaico de devocionales para la Cuaresma sacados de la Santa Biblia.Muestra

El olor del pecado (Timothy G. Walton)

Uno de los primeros predicadores de los Estados Unidos viajaba de pueblo en pueblo predicando el mensaje del evangelio. Es sabido que a medida que se acercaba a las afueras de un pueblo, se paró y dijo: «¡huelo el infierno!» Si fuéramos sensibles a ello, ¿el mundo nos olería como el infierno? Es un concepto totalmente extraño hoy. Aunque este olor extraño impegna este mundo en el que vivimos por culpa del resultado del pecho de Adán y Eva.

¿Qué piensas del pecado? La gente tiene todo tipo de maneras creativas de tratar con el pecado: lo niegan, lo minimizan, le buscan excusas o acusan a otros de ello. Duke, un personaje de ficción en «The Thirteen Clocks» (Los Trece Relojes) de Jame Thurber, admite que «Todos tenemos nuestras pequeñas debilidades; la mía es simplemente que soy malo.»

¿Por qué el pecado es pecaminoso? ¿Quién dice que el pecado es pecado? Simplemente llamar pecado al pecado implica un estándar. Si un guardia de tráfico te para por exceso de velocidad, implica que una señal oficial del gobierno marca un límite de velocidad y lo has violado. El estándar de moral para toda la humanidad viene directamente del carácter santo de Dios.

Este mundo que huele como el pecado también huele como la muerte, porque el pecado lleva a la muerte. Había muerte en el Jardín. Adán y Eva no echaron la muerte en el minuto en que comieron el fruto prohibido, por supuesto, pero ocurrieron dos cosas instantáneamente en ese momento: la simiente de la muerte física se plantó en ellos, dos perfectos individuos creados para ser jóvenes para siempre empezaron a hacerse viejos y algún día morirían; y también murieron espiritualmente, su relación íntima y amistosa con el Señor murió. Aunque no se dieron cuenta en ese momento, su única esperanza era que Dios hiciera algo heroico para rescatarlos y llevarlos de vuelta a una relación sana con Él. Cuando Dios sacrificó dos animales y proclamó la venida de Cristo, el Salvador (Génesis 3:15), hizo exactamente eso.